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Actualizado: 27 de mayo de 2025


¡Cuántas horas no habré pasado en la hamaca contemplando el mar, claro o tempestuoso, verde o azul, rojo en el crepúsculo, plateado a luz de la luna y lleno de misterio bajo el cielo cuajado de estrellas! Tengo que hablar de mismo: en unas memorias es inevitable.

Mientras los tres descansan en el emparrado, a la hora del crepúsculo, Juan, que con la cabeza oculta entre los pámpanos sueña en silencio como su hermano, siente de pronto una cosa redonda, que no acierta a definir, chocar contra su frente y caer al suelo. «Quizás sea una cochinilla» se dice; pero el ataque se repite por segunda y tercera vez.

Salvatierra se exaltaba, elevando su voz en el silencio del crepúsculo. El sol se había ocultado, dejando sobre la ciudad una aureola de incendio. Por la parte de la sierra destacábase en un cielo de color de violeta la primera estrella anunciadora de la noche.

Unos piden luz, más luz, cuando se mueren; otros piden sus ideas, este pobre hombre pedía su bastón. ¡Qué importa bastón, ideas o luz! En el fondo, todo es un ideal. Y la vida, que es triste, que es monótona, necesita, querido Sarrió, un ideal que la haga llevadera: justicia, amor, belleza, o sencillamente un bastón con una chapa de plata. Llegaba el crepúsculo.

Es verdad que alguna y muy rara vez, al dispertar, tenemos la reminiscencia de que en el acto mismo del sueño asomaba la duda de si soñábamos; pero esto sucede con poca frecuencia; y en general puede asegurarse, que el sueño no anda acompañado de ese crepúsculo de razon reflexiva, que nos advierte de nuestro estado, y de la ilusion que padecemos.

Por la mañana el rocío dejaba brillantes gotas sobre mis cabellos; al mediodía el sol tostaba mi rostro; por la tarde, cuando el crepúsculo descendía de lo alto del cielo, tornaba al hogar por el sendero de la montaña y el disco azulado de la luna alumbraba mis pasos.

Experimentaba una dulce emoción. ¿Esta sensación era causada por el que caminaba allá, o por el encanto sugestivo del crepúsculo? Una gran calma reinaba a su alrededor; en el horizonte el mar parecía adormecerse.

Entró alegremente, me besó en la oscuridad del vestíbulo y me siguió tarareando hasta el salón donde se quedó admirada viendo á la luz del crepúsculo mi extremada palidez, mi desorden y mi angustia. ¿Qué tienes? me preguntó inquieta. La miré y la vi en traje de viaje con sombrero redondo y un saco de cuero. La certidumbre de que Sorege había dicho la verdad se imponía á fulminante.

El crepúsculo, abriendo la noche por Oriente, hace brillar los astros con claridad creciente, descolora el ocaso su franja de carmin; sobre el agua, el reflejo de los astros se mece, surcos, senderos, bosques, todo se desvanece, el pasajero inquieto duda por dónde ir. El dia es para el dolo, el mal y la fatiga. Recemos. la noche. ¡La noche, dulce amiga!

Las gentes se abordaban en las calles amistosamente. Todos se conocían sin haberse visto nunca. Los ojos atraían á los ojos; las sonrisas parecían engancharse mutuamente con la simpatía de una idea común. Las mujeres estaban tristes, pero hablaban fuerte para ocultar sus emociones. En el largo crepúsculo de verano, los bulevares se llenaban de gentío.

Palabra del Dia

atormentada

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