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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Don Fermín escribía a la luz tenue y blanca del crepúsculo; la mañana estaba fresca; de vez en cuando, por vía de descanso, De Pas se entretenía en soplarse los dedos. Meditaba. Tenía los pies envueltos en un mantón viejo de su madre.

Después, aquellos relatos ingenuos en letra gorda inundaban de paz todo mi sér, produciéndome una sensación comparable a la calma penetrante de una vieja cerca de un monasterio, en la quebradura de un valle, a la hora del crepúsculo, oyendo correr el agua muy triste...

Sabía tanto del movimiento sedicioso, como aquella gente que parecía absorta en la penumbra del crepúsculo, sin acertar a explicarse qué hacía allí. ¡Compañeros! gritó imperiosamente. ¡A Jerez los que tengan riñones! Vamos a sacar de la cárcel a nuestros pobres hermanos... y a lo que se tercie. Salvatierra está allí.

La desigualdad del piso, el humilde aspecto de las casas, la escasa animacion que reinaba en todas partes llamaron por de pronto nuestra atencion: nos parecia que estábamos en una de esas villas puramente agrícolas en que los habitantes dejan la poblacion por la campiña al primer crepúsculo del alba.

A unos cien pasos de la Villa Blanca, se elevaba, o más bien, se hundía, hasta tal punto parecía una topera, una construcción gris aplastada bajo un techo de bálago con una puerta baja y de medio punto y una estrecha ventana guarnecida de dos barrotes en cruz en la que con frecuencia danzaba una pálida luz a la sombra del crepúsculo.

Está Ana imprudente dijo Juan con su voz de caricia : ¿cómo no tiene miedo a este aire del crepúsculo? ¡Pero si es ya el mío natural, Juan querido! Vamos, Pedro: deme el brazo. Pero pronto, Pedro, que esta es la hora en que los aromas suben de las flores, y si no la haces presa, se nos escapa. ¡Este Juan bueno! ¿No es verdad, Juan, que Lucía es una loca?

Acto continuo comenzó el trasbordo a la escasa luz del crepúsculo, lo cual no era cosa fácil, habiendo precisión de embarcar cerca de trescientos heridos. La tripulación sana constaba de unos quinientos hombres, cifra a que quedaron reducidos los mil ciento quince individuos de que se componía antes del combate.

Al contrario, me la dejó en la mente, cristalizada y luminosa, irradiando sus destellos peregrinos sobre todo cuanto me rodeaba, como el suave resplandor del crepúsculo que aparece sobre el horizonte anunciando el espléndido sol que viene detrás.

Porque Carlos había tenido mucha pena, y ella también de rechazo, pero ella se callaba sabiendo por experiencia que la mano más delicada es siempre torpe al tocar ciertas heridas... Y las horas pasaban lentamente; el crepúsculo desplegaba su velo gris por los campos y ya comenzaba el desfile del regreso. Delante del Correo detúvose un coche y apareció en el umbral el anciano general Estry.

Frescas por el corto descanso y mecidas por la dulce ilusión de alcanzar presto el pesebre, corrían las jacas sobre el campo con creciente brío sin ayuda de espuelas. Ellos, con el corazón henchido aún por la suavidad que aquellos instantes felices habían dejado en él, sonreían vagamente, aspiraban con deleite el aliento embalsamado del crepúsculo.

Palabra del Dia

atormentada

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