Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 25 de junio de 2025


Y puedes creerlo, si como historia el caso es falso, como novela es cursi. Si no, fíjate en las personas que te han ayudado al desarrollo de tu obra: Ido del Sagrario, un flatulento; José Izquierdo, un loco de la clase de cabellerías; Guillermina, una loca santa, pero loca al fin. Luego viene mamá, que al verte a ti chiflada, se chifla también.

Aún se acordaba con remordimiento de cierto amigo suyo al que hirió gravemente en uno de tales lances. Te he contado siguió diciendo toda mi historia con esa mujer, todo lo que con certeza de su vida. Lo demás es ella quien lo dice, é ignoro si debo creerlo... Hasta dudo ahora de su nacionalidad y de su nombre.

Deseé, puedes creerlo, que la Pitusa fuera mala para darle una puntera... Pero, quia... ni por esas... ¿Mala ella? a buena parte... Si le mando echarse al fuego por , ¡al fuego de cabeza! Todos los días jarana en la casa.

Tal vez en que ha irritado usted a un hombre rico y poderoso arrebatándole su único hijo, a quien idolatraba. ¿Cree Rafaela acaso que el viejo Machado es capaz de pagar sicarios para que me asesinen? Muy lejos está de creerlo, pero tal vez haya quien, sin esperar ni recibir salarios, ponga a usted asechanzas y atente contra su vida. ¿Y quién puede ser ese guapo?

Sírveme de fundamento para creerlo un pasaje de la poesía El Huerto deshecho, en que dice haber visitado, sable en mano, á los orgullosos portugueses en la isla Tercera , lo cual ocurrió en 1852 ó 1853.

Velázquez no se había sentado al lado de Mercedes. Por un sentimiento de delicadeza prefirió colocarse entre sus futuros suegros. Cuando el bullicio se hubo calmado un poco, les habló en voz baja de este modo: Un sueño me parece lo que está pasando. Me encuentro sentado entre ustedes; veo allí á Mercedes, con la cual no tardaré en casarme, y apenas puedo creerlo.

Después, acercándose á Mercedes, la preguntó familiarmente por lo bajo: ¿Y Gabino? ¿Cómo no viene? ¿Gabino? respondió la salada muchacha haciendo un mohín desdeñoso. ¡Dale memorias!... Nada tengo ya que partir con él. Mostróse sorprendido y no quiso creerlo: disimulos de mocitas y nada más. Pero la niña insistió con ahinco y formalidad, dió pormenores, citó testigos.

Puede usted creerlo, porque es exacto dijo Amalia interrumpiéndole. El barón quedó parado y confuso. Al cabo prosiguió: Es posible que usted tuviera razón para castigarla, pero me duele en el alma... Amalia volvió a interrumpirle: Y a me duele mucho ese dolor que usted siente. Mi objeto al venir aquí manifestó el barón, que por momentos iba perdiendo su aplomo, era prevenir a usted... ¿Cómo?

¡Bueno... bueno! dijo con mucha dificultad, y con voz tan débil, que apenas la oíamos. ¡Quiera Dios que me encuentres viva! Estoy muy mala... pero... ni ésta ni Sarmiento quieren creerlo. ¡No tía! prorrumpí, riendo. Está usted nerviosa y por eso se siente usted tan débil.... Vaya... vaya, me dijo sonriendo dolorosamente dame un abrazo....

Ni una palabra sobre lo pasado, nada sobre la deslealtad del joven que nuevamente la engañaba, callándola que ya no era libre y prometiéndola no separarse más de ella. Benedicta fingió creerlo y lo embriagaba de caricias para mejor afianzar su venganza. Entretanto el moscatel desempeñaba una función terrible. Benedicta había echado un narcótico en la copa de su seductor.

Palabra del Dia

metropolitanos

Otros Mirando