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Actualizado: 22 de junio de 2025
Traía el sombrero puesto, y lo primero que se veía de su persona era el reluciente alfiler de la corbata, y las botas de caña clara, atrevidas, cortas, un tanto manolescas.
De los Desmochados á la Guardia de la Esquina hay 10 leguas cortas, y demora al O 10°, 30' SO. Desde que se sale de dicha posta, se empieza á costear por su parte meridional el rio, que aquí denominan el Desmochado, que se sigue hasta pasarlo donde se dirá. El terreno de todo este lugar está muy poblado de ranchos y ganados.
Aquellos tres hombrachos armados de carabinas cortas de Inspruck, con polainas altas de color azul y botones de cuero que les subían por encima de la rodilla, las espaldas cubiertas con una especie de casaca de piel de cabra y el sombrero muy echado atrás no se habían dignado siquiera acercarse al fuego.
Sin pensar en sí, sin detenerse, dirigióse á la casa y gracias á su traje elegante y á su aire decidido, pudo franquear facilmente la puerta. Mientras estas cortas escenas pasaban en la calle, en el comedor de los dioses mayores, circulaba de mano en mano un pedazo de pergamino donde se leían escritas en tinta roja estas fatídicas palabras: Mane Thecel Phares. Juan Crisóstomo Ibarra
Las visitas cortas y tardías de aquel anciano misterioso, su desaparición y luego el extraño modo de remitir fondos sin escribir palabra, todo indicaba algo extraordinario, anómalo, y que trascendía a pecaminoso.
Pasó dos días en extraordinaria agitación, encerrado en su cuarto, sin ver a su amiga ni otro ser viviente más que a la doméstica que le servía sus cortas refacciones, sin resolverse a consultar con algún médico de experiencia por el temor de adquirir la fatal certidumbre de su desgracia. La agitación, no obstante, cedió y se transformó, como sucede generalmente, en abatimiento y tristeza.
Por lo pronto exclamó el alférez , ha acabado de maravillarme nuestro nuevo amigo, ¿sabéis que hace cosas que no las creyera si no las viese? ¡Ira de Dios y qué modo de tener la punta de la espada en todas partes, y de tener siempre las paradas donde hacía falta! ¡y cortas, vive Dios! ¡paradas de valiente! Es mucho mozo. Pero esta chica es mejor moza. ¡Ah! ¡os gusta á vos también, señor Velludo!
El único rumor que fácilmente se percibió era una bullanga de alas vivamente agitadas, cual si todas las palomas del mundo estuvieran entrando y saliendo en la sala mortuoria y rozaran con sus plumas el techo y las paredes. Celinina se puso en pie, extendió los brazos hacia arriba, y al punto le nacieron unas alitas cortas y blancas. Batiendo con ellas el aire, levantó el vuelo y desapareció.
Ni las personas más inofensivas estaban libres de sus burlas, siendo principal blanco de ellas el Ministro de Negocios extranjeros del Rey Venturoso, cuya gravedad, entono y cortas luces, así como lo detestablemente que hablaba el sanscrito, lengua diplomática de entonces, se prestaban algo al escarnio y a los chistes. Así andaban las cosas, y las fiestas de la corte eran más brillantes cada día.
Cerrando el glorioso desfile, casi a ras de los muebles, estaban los últimos Febrer de principios del siglo XIX, oficiales de la Armada, de cortas patillas, rizos sobre la frente, alto cuello con anclas de oro y negro corbatín, que habían peleado en el cabo de San Vicente y en Trafalgar; y tras ellos el bisabuelo de Jaime, un viejo de ojos duros y boca desdeñosa, que al volver Fernando VII de su cautiverio en Francia se había embarcado para prosternarse a sus pies en Valencia, pidiendo con otros grandes señores que restableciese los usos antiguos y exterminase la naciente plaga del liberalismo.
Palabra del Dia
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