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Palmas, cabezas de Medusa, coronas, famas de Pradier, rótulos, victorias, todo completa la ilusion del triunfo. Así como en la Magdalena no puede pensarse en los santos, aquí no se puede dejar de pensar en los héroes.

¡Ah! exclamó, alzando la voz para poder ser oída por don Gil no me nombren esas procesiones de vírgenes mundanas. ¡Qué vírgenes serán esas que salen con coronas de rosas y cirios en las manos! Una vez vi eso, y me entró tal grima, que tuve que confesarme en seguida de la cólera que me había dado. No me nombren eso. ¡Qué escándalo, Dios mío! ¡A dónde iremos á parar así!

El anciano levantó la cara para verla, y continuó: ¡ Nada más que allí no se estilan vestiditos blancos, ni velos, ni coronas de azahares. Angelina hizo un mohín. ¿Me quiere usted tener contenta? Pues no le diga usted a su «muñeca» todas esas cosas.... ¡Vaya, vaya! ¿Enojadita estás? Pues, ¡chitón por ahora!

Hombre de Dios, sin la guerra, ¿qué sería del mundo? Y sobre todo, ¿qué sería del mundo sin la artillería? Montecúculi dice que las batallas «dan y quitan las coronas, concluyen las guerras e inmortalizan al vencedor». ¡Sangre y luto y desolación! Pero no disputemos sobre el volcán, amigo. La guerra es un mal, y existe hoy entre nosotros. Lo que conviene es buscar alianzas en Europa.

10 los veinticuatro ancianos se postraban delante del que estaba sentado en el trono, y adoraban al que vive para siempre jamás; y echaban sus coronas delante del trono, diciendo: 11 Señor, digno eres de recibir gloria y honra y virtud, porque creaste todas las cosas, y por tu voluntad tienen ser y fueron creadas.

Dando de alarma el grito Con eco poderoso, El pueblo generoso La espada desnudó; Y destrozó cadenas, Y derribó coronas, Y en las opuestas zonas Laureles conquistó. Libertad, sube á tu trono De la gloria en el broquel, Agitando nobles palmas, Coronada de laurel.

34 si temí a la gran multitud, y el menosprecio de las familias me atemorizó, y callé, y no salí de mi puerta, 35 ¡quién me diera quien me oyese! He aquí mi señal es que el Omnipotente testificará por , aunque mi adversario me hiciera el proceso. 36 Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, y me lo ataría en lugar de coronas.

Las guineas eran las que más le gustaban; pero no quería cambiar las monedas grandes de plata; las coronas y las medias coronas que había ganado él mismo, y que eran el fruto de su labor, también le agradaban.

Pero lo que mostraba con mayor deleite la hija de los señores de Escudero era su equipo, un soberbio trousseau confeccionado en París, donde sobre cada pieza se ostentaba una corona ducal, pequeña o grande, bordada en blanco o en color. Había coronas hasta sobre los paños de la cocina. Algunas amigas íntimas se reunían la víspera del día señalado para el enlace en el gabinete de la prometida.

Vívidamente brillaron en su recuerdo las incidencias de un viaje a la provincia de Jujuy; el largo tren, arrastrado por la máquina jadeante, trepaba con fatiga la pendiente, arrojando coronas de humo que se diluían sobre la transparencia del aire; y todo el paisaje giraba desplazando lentamente las vastas montañas.