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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Ya principiaba yo a tomar cuidado por su tardanza, cuando lo vi llegar más alegre y estruendosamente que nunca, y apoderándose de mi mano con el afecto más cordial, se me excusó de su descuido, y, como siempre, enderezamos hacia nuestra posada. Aquella noche fuéme imposible hacerle entablar discurso alguno de interés, y mucho menos de nuestras tareas académicas.
Por el tono cordial del individuo, comprendió Frasquito que era un infeliz, de estos que expresan con el modo de mirar todo lo contrario de lo que son. «Usted dirá... Perdóneme, Sr. de Ponte... Quería saber, siempre que usted no lo lleve a mal, si es verdad que Antonio Zapata y su hermana han tenido una herencia de tantismos millones.
Un frondoso árbol cercano ofrecía el mejor refugio y bajo sus ramas se cobijó Roger, aun antes de oir la cordial invitación de dos viajeros que le habían precedido y que sentados al pie del árbol tenían delante media docena de arenques salados, un pan moreno y una bota que después resultó estar llena de leche fresca y no de vino.
Yo la saludé respondiendo exactamente al tono cordial pero frío de su despedida. Pobre y querida mujer pensaba mientras de ella me iba alejando. ¡Querida conciencia en que tantos temores he hecho nacer!
Luz y flor las veréis en el nuevo jardín cuya fronda es de paz, cuyo ambiente es cordial; unas veces dirá su quimera un violín y otras veces de amor, Chaminade y Chopín, en el clave dirán la sonata inmortal.
Con todas estas ventajas, hasta bendecía el alejamiento a que se la condenaba en su propio hogar, porque, al fin y al cabo, le procuraba una independencia de la cual sacaba ella mucho partido para vivir a su gusto; y si hubiera conocido el placer de la venganza, la hubiera hallado bien cumplida en los testimonios de cordial amor que recibía de las visitas y de los amigos de la casa, a escondidas, por supuesto, de todas las gentes de ella.
El rostro del amo se serenó, dilatándose con una sonrisa de complacencia. ¡Qué chica! ¡Qué chica! Todos los rostros se volvieron hacia el sitio en que habían sonado los disparos, expresando cordial alegría. ¿Y para cuándo es la boda, mi amo? se atrevió a preguntar uno. Allá para octubre respondió amablemente el caballero.
Le esperaba su madre como todos los días. Sin embargo, al negarse a aceptar aquel convite espontáneo y cordial, que en cualquier otra ocasión le hubiera halagado, obedecía a un presentimiento. No sabía por qué se le figuraba que le iban a convidar en casa de Vegallana, última visita que pensaba hacer. ¿Por qué le habían de convidar?
La ruda morena soltó una carcajada. La plática, aunque burlona, se fué haciendo más y más cordial, no tardando mucho aquel perro en obtener su perdón. El cuchicheo se hizo más íntimo y más suave. Hallaban los dos grato enamorarse por la reja después de haber hecho vida matrimonial cuatro años. Hacía ya largo rato que estaban charlando cuando se oyó el ruido de un coche.
Seguramente, amigo mío y si usted quiere ir á encontrarnos en Marsella, tendremos mucho gusto en llevarle por mar dentro de quince días. Al oir esta proposición la fisonomía de Sorege se tranquilizó. Movió la cabeza y dijo en tono cordial: Agradezco á ustedes vivamente su amabilidad, pero no puedo alejarme de París.
Palabra del Dia
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