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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Acordaron, pues, no aguardar más, y durante el cordial almuerzo, que quieras que no, la conversación versó sobre si en España es todo malo, o si en Francia e Inglaterra es de buena ley todo lo que admiramos. Moreno-Isla no cedía una pulgada de terreno antipatriótico en que su terquedad se encerraba.
La señorita tiene cara de estar de buen humor siempre... y usted.., ¡Usted siempre está así, como si le hubiesen dado cañazo! En eso no emparejarían ustedes bien. Soltó Lucía la carcajada y miró a Artegui, que sonreía complaciente, lo cual aún la animó a reír más. El almuerzo prosiguió en el mismo tono cordial, alegrado por la charla de Sardiola, por el infantil regocijo de Lucía.
Se cercioró bien del número del palco y subió hasta colocarse detrás de la puertecita, y por un movimiento irreflexivo llamó con los nudillos de los dedos sobre ella. El mismo marquesito se levantó para abrir. Su semblante se dilató con una franca y cordial sonrisa. ¡Amigo Aldama, usted por aquí! Pase usted. ¡Cuántos deseos...! Pero la frase expiró en sus labios.
No llore más, hija mía... ¡Cristo del Grao! ¡llorar una señora tan guapa, que puede encontrar los novios á docenas!... Créame: busque á otro; el mundo está lleno de hombres sin ocupación... Y siempre que sufra un disgusto, acuda á mi cordial... Voy á darle la receta.
Hay cosas que horripilan; hay personas que no debieran haber nacido, no señor, y Teodoro podrá decir todas las sutilezas que quiera, pero yo me pregunto.... No, no te preguntes nada, hermana querida dijo vivamente Teodoro . Yo te responderé que el suicida merece la más viva, la más cordial compasión.
Todos estaban ya informados de lo que iba a suceder, unos directamente por Juanita, según ya hemos visto, y otros por medio del maestro de escuela, a quien Juanita había dado el encargo de convidarlos. No fueron, pues, indispensables ni discursos ni explicaciones. Reinó allí muy cordial alegría. Rafaela, auxiliada por Calvete, a quien llamó para este fin, sirvió un delicado piscolabis.
A medida que hablaba, contemplaba Simón con una mezcla de confusión y de extrañeza a ese desconocido que, lo mismo que las hadas de los cuentos infantiles, venía a ejercer una tan benéfica influencia en los destinos de su vida... Sentíase profundamente conmovido por la cordial simplicidad con que ese funcionario le daba tan sabios consejos y le ofrecía su valiosa ayuda.
Soñaba día y noche con las praderas y las montañas de su tierra; y antes de enfermarse de un «cordial» que le matara, volvióse a ella más que de paso, a los dos años no cumplidos de haberla dejado por tentaciones del enemigo malo.
Expresándose en plural, les decía que habían tomado una casa en Arcachón, y sabedores de que a Bringas y a los niños les convenía respirar aires frescos y salinos, les invitaban a pasar un mes allá. El ofrecimiento era tan cordial como explícito. La casa era muy grande, con jardín y mil comodidades.
Se le cambió el color oyendo esto al hijo del boticario, de resultas de un aleteo y dos volteretas de algo que sintió en las honduras del pecho; protestó con energía de la sencillez de su pesadumbre, y rogó a don Claudio que se explicara con mayor claridad, para acabar de entenderle y de desengañarle; pero el comandante se hizo el sueco, y con dos golpecitos en la espalda y otra cordial alabanza de su valeroso arranque, dio por terminada la entrevista, despidiéndose de Leto «hasta la noche» y recomendándole mucho que no faltara.
Palabra del Dia
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