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Actualizado: 13 de junio de 2025
Los diarios de Montevideo empezaron a llamar salvaje a Rosas; un día la Gaceta de Buenos Aires apareció con esta agregación al tema ordinario: muera los salvajes unitarios; repitiólo la mazorca, repitiéronlo todas las comunicaciones oficiales, repitiéronlo los gobernadores del interior, y quedó consumada la adopción. «Repita usted la palabra salvaje escribía Rosas a López hasta la saciedad, hasta aburrir, hasta cansar.
La unidad de la República se realiza a fuerza de negarla; y desde que todos dicen federación, claro está que hay unidad. Rosas se llama encargado de las Relaciones Exteriores de la República, y sólo cuando la fusión está consumada y ha pasado a tradición, a los diez años después, don Baldomero García en Chile cambia aquel título por el de Director Supremo de los asuntos de la República.
Debemos decir en justicia que nunca Beatriz, una vez consumada la ruina de su familia, había alimentado esperanza alguna de ver un día compartidos sus sentimientos con el marqués, y sancionados por el matrimonio, advirtiéndole su razón distintamente cómo Pierrepont estaba para siempre perdido para ella y que sólo a milagro pudiera deber el verlo su marido; pero en fin, en tanto que Pedro continuase soltero podía tal vez el Cielo operar el prodigio... y este blando ensueño le daba la vida... más ahora... ¡Oh, ahora!... La dulce quimera habíase para siempre desvanecido.
Su mamá quería que fuese profesora consumada, y para demostrarlo en los exámenes y obtener buena nota, la hacía estudiar una pieza, con la cual mortificaba a la vecindad día y noche, durante meses y aun años. Contaba esta niña la serie de sus novios por los dedos de las manos; pero lo que es a casarse no habían tocado todavía.
En esto era consumada maestra Emilia, la más inteligente y trabajadora de las dos hermanas. Había llegado a amar la máquina como se quiere a un animal querido; conocía los secretos de su maravilloso artificio, y había hecho de este un esclavo sumiso.
Con estos juegos iba, sin pensarlo, adiestrándome en un arte en el cual poco antes carecía de habilidad consumada, y aquella tarde tuve la suerte de probar la sabiduría de mi maestro dándole una estocada a fondo con tan buen empuje y limpieza, que a no tener botón el estoque, hubiéralo atravesado de parte a parte. ¡Oh, amigo Araceli! exclamó lord Gray con asombro . Usted adelanta mucho.
Sr. Virey, para que, en el caso de ser preciso variar las órdenes que se comunican á los comandantes, pueda resolver y mandar cuanto convenga al real servicio puede V.S., siendo servido, consultarlo con S.E., remitiéndole testimonio íntegro de este cuaderno 9, en que se incluyen las tres representaciones hechas por el capitan D. Manuel de Orejuela, á fin de que la consumada práctica y pericia de S.E. en el arte de la guerra disponga lo que tuviere por conveniente; pues el Fiscal cree que el único seguro medio de guardar este reino es el de que se acceda á las propuestas que sobre este punto hace el precitado D. Manuel: por lo que desde ahora pide y suplica á V.S. se sirva hacer formal instancia en aquella superioridad, á efecto de que cuanto antes se dé este destino á la escuadra real en la plaza mencionada.
Rufina había sacado todas las capacidades domésticas de su madre, y gobernaba el hogar casi tan bien como ella. Claro que no tenía el alto tino de los negocios, ni la consumada trastienda, ni el golpe de vista, ni otras aptitudes entre morales y olfativas de aquella insigne matrona; pero en formalidad, en honesta compostura y buen parecer, ninguna chica de su edad le echaba el pie adelante.
Es necesario que por lo menos domine el frio al estado febril inicial: esta circunstancia es la única que puede probar la exactitud de la asercion de Hahnemann cuando dice: «La fiebre de la brionia consiste principalmente en frio;» porque, lo repetimos, este medicamento es el mas indicado en el estado febril completo, en la congestion consumada, en la afeccion ya desarrollada y en toda su agudeza, pues por ardiente y general que sea el calor febril, se observa interrumpido por calosfríos.
Nadie puede representarse lo que entonces pasó: un delirio, un inmenso ataque de nervios; diez o doce mil energúmenos gritando con toda la fuerza de sus pulmones; una nube de cigarros, petacas y sombreros volando por el aire y tapizando al instante de negro la blanca arena. Veinte años hacía que no se había visto en la plaza de Madrid la suerte de recibir, de este modo consumada.
Palabra del Dia
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