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Actualizado: 12 de junio de 2025


La joven se hallaba en el pequeño gabinete contiguo al salón. Recibióme con una dulzura pensativa, que me conmovió. Yo mismo sentía en aquel momento esa tranquilidad de corazón que dispone á la confianza y á la bondad. Resolví, echándolas de Quijote, tender una mano caritativa á aquella pobre abandonada.

Probablemente el último caso de esta especie ha sido la de Carmen Marín, "la endemoniada o espirituada", en el que intervinieron el arzobispo, sacerdotes y monjas, que conmovió profundamente a la sociedad de Santiago de Chile, en el segundo semestre de 1857, y que se encuentra documentado con informes de médicos y de presbíteros, en la "Revista Médica de Santiago", de Octubre de ese año.

Miss Harvey ofreció la mano con entusiasmo á Marenval y con una vibración en la voz que conmovió á Cipriano hasta el fondo del corazón, añadió: No pensé que usted se convertiría en un héroe; pero los franceses son capaces de todo... ¿Y usted, qué hacía en ese momento, señor de Tragomer?

Al caer la tarde, comenzó a sonar un piano viejo en el piso alto del chalet, éste se conmovió con el taconeo de una agitada mazurca. Los señoritos habían vuelto de su excursión por «la montaña», y bailaban, no sabiendo sin duda cómo pasar el tiempo.

Después tomó al joven por el brazo, y atrayéndole suavemente, dijo: Vamos, no entraremos más en este sepulcro. Usted no debe salir, no puede salir. ¿Qué dirán esas señoras? Cálmese usted, por Dios, y reflexione.... Vamos. ¿Adonde hemos de ir? ¡Los dos! ¿No ve usted que eso es imposible? ¿Para qué? ¿Para qué nos vamos juntos? Al oír esto, la devota se conmovió de pies á cabeza.

Vi sus hermosos ojos brillar con una expresión de orgullo y bravura que me conmovió hondamente. El alma vehemente, apasionada, de aquella mujer despertaba en la mía energía que no sospechaba existiesen. Le apreté la mano con fuerza. En aquel instante no temía a nadie en el mundo, incluso al Naranjero. Luego que me separé de la reja y entré en mi casa, ya fue otra cosa.

Fue una exclamación de horror que conmovió a toda la plaza; un espasmo que hizo poner de pie a la muchedumbre, con los ojos agrandados, mientras las mujeres se tapaban la cara o se agarraban convulsas al brazo más cercano. Al tirarse el matador, su espada dio en hueso, y retardado en el movimiento de salida por este obstáculo, había sido alcanzado por uno de los cuernos.

Con semejante nueva se conmovió todo el pueblo, y al mismo punto se encendió en rabia y furor contra cualquiera que maquinase algo en daño de la religión; pero no el Mapono, que argumentando é infiriendo cuán grande hombre y mayor que sus dioses debía ser aquél á quien sus dioses temían, les respondió con voz y ademán de enojado: «Si este forastero es vuestro enemigo ¿porqué vosotros le dejáis el paso franco? ¿Por qué no le echáis del mundo, ó á lo menos tan lejos de aquí, que no se ponga á riesgo vuestra reputación? ¿Es este vuestro poder?

Bebe como un mosquito, y cuando tiene la tajá, la toma con los guardas, y quiere irse al Pardo para matar cara a cara al que asesinó a Puesto en ama. Le habéis puesto de un modo, que el día menos pensado hará una barbaridad. Maltrana se conmovió con hondo remordimiento al pensar en el daño causado a aquel amigo. Sintió vehementes anhelos de reparar su falta.

Por último lanzó un profundo suspiro, se pasó la mano por la frente y sentándose bruscamente, me señaló una silla en frente de él. Entonces, como si hubiera deseado hablarme, sin hallarse con el valor suficiente, sus ojos se detuvieron sobre los míos, y leí en ellos una expresión tal de angustia, de humildad y de súplica, que de parte de un hombre tan orgulloso como él, me conmovió profundamente.

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