Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 10 de junio de 2025


Sentía aquí, entre , una cosa... Como una pena... Como pena no, un gusto, un consuelo... Se acercó entonces Fortunata, y ambas callaron. Si están de secreto, me voy. Yo creo dijo Belén, después de una grave pausa , que eso debes consultarlo con el confesor. Mauricia se levantó y andando lentamente retirose a la habitación donde dormía y tenía su ropa.

Una conspiración horrible. ¿Pero cómo...? Anoche un amigo mío, un noble joven que acababa de llegar á la corte, tuvo un desagradable encuentro á causa de una dama, con don Rodrigo Calderón. Don Rodrigo, según me ha dicho mi confesor, está herido, y esto es una desgracia. No, no señora, esto es una fortuna; don Rodrigo es un traidor.

Reduzca vuestra majestad los gastos de su casa, que España anda descalza me dice el padre Aliaga . Y cuando esto dice el bueno de mi confesor, cuento las ropillas que tengo y los doblones que poseo, y hallo que cualquier pelgar anda mejor cubierto y mejor provisto que yo.

Fuera ya de los arrabales, Obdulia esperó a su confesor y juntos se dirigieron a la venta donde paraba el coche. Mientras llegaron allá no cruzaron ninguna palabra. El P. Gil caminaba silencioso, taciturno, revelando bien a las claras un mal humor que no era frecuente en él. Tardó un rato el cochero en enganchar. Mientras duró la operación, la futura monja se metió en la venta.

De modo que eran muchos los objetos que llevaban á palacio al confesor del rey, objetos todos enlazados, que reconocían una misma causa: su amor á la reina. Porque nuestros lectores lo habrán comprendido: el padre Aliaga amaba á Margarita de Austria.

¿Es humildad, o es que le sabe mejor así? preguntó sonriendo el P. Gil. Obdulia soltó la carcajada. Es usted mi confesor y no puedo decirle mentira. Me gusta así mucho más... Es de las pocas cosas sucias que me gustan. Eso último tampoco es humildad dijo el confesor sin dejar de sonreír.

Don Máximo se fue a descansar un rato, prometiendo venir pronto. El confesor no quiso dejar la casa porque no encontraba nada bien a su penitente, y se tumbó en un sofá. Ricardo también continuaba allí. A las dos acaeció lo que don Máximo temía. Repitiose el ataque, y por desgracia con tal violencia que faltó poco para que la infeliz señora se quedase en él.

Pero además hacía algunas semanas que se hablaba mucho de la Regenta, se comentaba su cambio de confesor, que por cierto coincidía con el afán del señor Quintanar, de llevar a su mujer a todas partes. Se discutía si el Magistral haría de su partido a la de Ozores, si llegaría a dominar a don Víctor por medio de su esposa, como había hecho en casa de Carraspique.

Se cree dijo el alférez que Lerma se haya puesto del lado de la reina. ¡Bah! eso no puede ser dijo uno. La reina odia al duque añadió otro. Creo más fácil que la Mari Díaz deje de ser envidiosa dijo un tercero. Prueba al canto contestó el alférez. Veamos. El confesor del rey, fray Luis de Aliaga, es á todas luces del partido de la reina. Indudablemente.

Aunque tanto quería a su confesor, Ana muchas horas le olvidaba por completo como a todas las cosas del mundo.

Palabra del Dia

vorsado

Otros Mirando