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Actualizado: 10 de junio de 2025
Pertenecía el Vivero a la parroquia rural de San Pedro de Santianes; Pepe el casero era aquel año factor de la fiesta de la parroquia, y pensaba echar la casa por la ventana, «para no dejar mal al señor Marqués». Anita, en la postdata de su última carta decía al confesor: «El Marqués me ha dicho que piensa invitar a usted a la romería de San Pedro.
Lo que ella dize hablando dél, en esta ocasion, es esto: Murió con señales muy ciertas de su salvacion, reciviendo á menudo los Sacramentos, con el confesor siempre á su lado; y el dia que murió se puso de rodillas con un ímpetu de amor de Dios, y ansí se quedó como digo, con señales grandes de su salvacion.
No se avergonzó de que su confesor la hubiera visto en tal situación.... Le saludó amable, bulliciosa, y volvió con Obdulia, con Visita y con Edelmira a correr por la huerta, seguidas de Paco, Joaquín, don Álvaro y don Víctor.
El padre Aliaga salió del alcázar inmediatamente después de haberse turbado de una manera tan extraña, por el tío Manolillo, el almuerzo de la reina. El confesor del rey estaba aturdido con lo que le acontecía. El bufón había llegado á hacerse para él un gigante. Aquel hombre había leído en su alma. Aquel hombre había visto su fondo tenebroso.
A veces, Antonieta, en sus momentos de cólera, tenía franquezas que asustaban al doctor. «Soy tu mujer y he de serte fiel, como manda la Santa Madre Iglesia: pero te quiero poco, lo confieso.... ¡Ay, Luis! ¡Cómo te amaría si echases á rodar todos esos libros y fueses á la Iglesia como van las personas decentes!».... Con gran frecuencia notaba en su despacho la desaparición de revistas y libros, que tal vez estarían en manos de cualquier confesor curioso que desde lejos espiaba sus acciones.
Y decimos sobre su monja, porque cada confesor no tenía ni podía tener más que una hija de confesión en el convento, y aun en los conventos de la población en que se encontraba. ¿Saben nuestros lectores lo que hubiera sucedido si un fraile ó un clérigo se hubiese atrevido á tener á su cargo más de una conciencia en la comunidad? Esto hubiera sido una especie de adulterio sui generis.
Aquí, recogida una en sí, y en esta soledad del pensar, cuando se vive a cien mil leguas del mundo, se puede una decir ciertas cosas, que ni a la mejor de las amigas ni al confesor se le dicen nunca. ¡Qué hermosa soy! Cada día estoy mejor. Soy cosa rica, todos lo afirman y es verdad... ¡Dios de mi vida, las dos! Este chasquido que oigo es el muellecito de la caja en que Melchor guarda su pipa.
Se había dicho allí con más o menos prudencia, que el señor Magistral iba a ser en adelante el confesor de la señora doña Ana de Ozores de Quintanar, porque esta ilustre y virtuosísima dama, huyendo de las asechanzas de un galán, que no era el señor Ronzal.... Es Mesía interrumpió Joaquín.
Ya sé que soy tu confesor y que si callas ante los otros, es porque haces provisión de palabras para mí. ¿Qué te pasa? Aquí tienes el médico de tu alma, como diría uno de esos curas, amigos de tu mujer. Sánchez Morueta hizo un gesto de indiferencia. Nada le ocurría de extraordinario.
Estoy enterado. ¿Y qué ha hecho la tal Judith? ¿Alguna perrada? ¿La has sorprendido con alguien? ¿Ha huido y no sabes dónde está? Habla, hombre: cuenta sin miedo. Ya sabes que soy tu confesor y por mucho que me digas, nada me cogerá de sorpresa.
Palabra del Dia
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