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Actualizado: 29 de julio de 2025
Grandes tiendas llenas de riquezas, restoranes célebres, mujeres, champañ, dinero... Y los hombres, orgullosos de que sus conductores se dignasen hablar con ellos, olvidaban la fatiga y el hambre, reanimandóse como las muchedumbres de la Cruzada ante la imagen de Jerusalén. «¡Nach París!» El alegre grito circulaba de la cabeza á la cola de las columnas en marcha, «¡A París! ¡A París!...»
Nuestros agentes continúan en este momento su requisa de vacas por todos los distritos inmediatos. Pero el gigante se mostraba ahito del amamantamiento por manga de riego, é hizo un gesto negativo. Volvió á rugir el portavoz dando órdenes, y huyeron las vacas hacia la selva, perseguidas por los gritos, las pedradas y los garrotes en alto de sus conductores.
Eran los «gallegos», los conductores forzudos, a los que se confundía, fuese cual fuese su origen, en esta denominación geográfica, como si los hijos del país no se creyesen aptos para ningún trabajo constante y fatigoso. Bebían ávidamente el agua, y si había próxima una taberna, se insubordinaban contra el director del «paso» reclamando vino.
Mas arriba no encontrais sino las diligencias y sillas de posta, cuyos conductores de curioso uniforme hacen resonar la voz aguda de sus clarines por carreteras ondulosas que giran al traves de los bosques, ya trepando sobre las altas colinas, ya descendiendo hasta el fondo de las ramblas.
Estos son wagones inmensos, con dos filas de asientos arreglados como las bancas de un teatro, separadas por un pasadizo por donde circulan los viajeros y los empleados conductores que mantienen la vigilancia.
Cansado ya de decepciones y de manzanos, había dejado hacía una hora de prestar la menor atención al paisaje, y dormitaba tristemente, cuando de pronto me pareció apercibir que nuestro pesado carruaje se inclinaba hacia adelante más de lo natural; al mismo tiempo, el andar de los caballos aflojaba sensiblemente y un ruido de hierros viejos, acompañado de un rozamiento particular, me anunciaba, que el último de los conductores acababa de aplicar la última arrastradera á la rueda de la última diligencia.
Chamonix es en realidad un pueblo de guias ó conductores de viajeros, que prestan su servicio por turno rigoroso, son propietarios de mulas aperadas y viven asociados en su profesion, conforme á un reglamento de la autoridad. Durante la primavera todos esos hombres son agricultores. En los meses de verano pasan á ser guias y muleteros, sin descuidar por eso sus labores.
Tiraban los bueyes penosamente, como si fuese á estallar la testuz bajo el yugo, esforzándose entre los gritos y los pinchazos de los conductores que los azuzaban coreados por sus partidarios, y cada vez que una piedra, con nervioso tirón, avanzaba algunos pasos, sonaba un clamoreo de los espectadores.
El coronel estaba seguro de que este heroico burlón se divertía con sus precauciones meticulosas... Pero no podría negar que le interesaba la novedad de la ceremonia. Lewis salió para disponer que los automóviles se alejasen hasta una arboleda cercana. Un verdadero disgusto para los dos conductores.
Alineábanse los vehículos, y las bestias recibían inmóviles la lluvia, que goteaba por sus orejas, su cola y los extremos de los arneses. Los conductores refugiábanse en una tabernilla cercana, la única puerta abierta en todo el barrio de los Cuatro Caminos, y aspiraban en su enrarecido ambiente las respiraciones de los parroquianos de la noche anterior.
Palabra del Dia
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