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Actualizado: 9 de junio de 2025


A la vista de un monumento, de una iglesia notable, de un edificio de valía, nos detenemos á visitarle, penetramos en los templos, vamos á los sitios de concurrencia, observamos por todas partes. Este es nuestro sistema, este nuestro particular placer: si como yo confieso, no es del gusto de todos, á me produce agradables impresiones, esa es la verdad.

Las bromas groseras del valentón hacían rugir de risa á la concurrencia. A toda aquella gente, que aún guardaba el mal sabor de la paga de San Juan, le hacía mucha gracia ver tratados á sus amos tan cruelmente. ¡Ah!

Al entrar el archipámpano, saludó galantemente a la concurrencia, y dirigiose a la elevada escalinata, donde le aguardaba Su Santidad para imponerle las insignias de su grado: la cuchara de boj amarillo y la sotana de color de azafrán.

Pero este espectáculo, si bien en los salones de la ciudad era de buen tono ante una escogida y culta concurrencia, delante de un populacho grosero y sobre la yerba de un prado de Cueto ó de Miranda, se prestaba á mil inconvenientes, el menor de los cuales era el ridículo.

Un murmullo de placer partió de la concurrencia y los invitados de Harvey, sin miedo de cometer una falta de distinción, aplaudieron con entusiasmo. Hasta los mismos cow boys, dominados por el encanto de la inspiración y estupefactos ante las sensaciones que experimentaban, desistieron de marcharse al salón de fumar, como habían proyectado.

Instalose con Ana en el paraíso, donde se amontonaba inmensa concurrencia, que les metía los pies por la cintura, los codos por las ingles; a duras penas lograron las dos muchachas apoderarse de su sitio; al fin consiguieron embutirse de medio lado en delanteras, y allí se mantuvieron prensadas, comprimidas, sin ser dueñas ni de enjugarse el sudor de la frente. El calor era espeso, asfixiante.

Las plantas, como todos los seres vivos, se adaptan al medio, varían a lo largo del tiempo en sus especies, triunfan en la concurrencia vital. Los que se adaptan y los que triunfan son los más fuertes y los más inteligentes. Y este triunfo y esta adaptación, ¿no constituyen una finalidad? Y ¿puede nunca ser obra del azar ciego una finalidad, cualquiera que sea?

Una sirvienta me arrancó de la puerta desde donde yo observaba la concurrencia lleno de estrañeza, al ver un número tan considerable de gente en mi casa, donde tan pocas y raras personas nos visitaban. Un rato después me pareció que el ruido de los pasos aumentaba, como si un tropel de gente se pusiese en movimiento y poco a poco fui notando que se alejaba.

Nada digo de la concurrencia, porque ya se sabe que era lo más selecto de la población. Pues bien, todo ello junto no nos costaba al día siguiente más de tres pesetas á cada socio. ¡Con tan liviano presupuesto se procuraba á la florida juventud santanderina el más apetitoso deleite de cuantos ofrecérsele podían!

Al fin Adriana misma aparecía, mojaba los dedos en la pila del agua bendita, se persignaba; su semblante no perdía la dulce naturalidad de la expresión. Su andar era suave, su silueta pasaba entre la silenciosa concurrencia arrodillada. Muñoz aspiraba largamente la impresión que recibía en el alma; y era como un desvanecimiento de su ser, una blandura para todos sus sentidos.

Palabra del Dia

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