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Ha venido un actor de Madrid, Perales, muy amigo mío, que imita a Calvo muy bien. Hoy hacen La vida es Sueño... ¡No faltaba más! Tienes que venir. ¡Una solemnidad! Mamá se empeña. Espera vestida. Pero, criatura, si mañana tengo que comulgar.... ¿Eso qué importa? ¡Vaya si importa! Lo dejas para otro día. En fin, ya arreglarás eso con mamá; porque ella viene a buscarte.

En la voz de la Regenta, en el desconcierto de sus palabras, notó que le había hecho efecto la sequedad de la vulgarísima galantería. «¿Esperaba ya una declaración? ¡Pero si mañana va a comulgar! ¿Qué mujer es esta? ¡Una hermosísima mujerañadió el materialista en sus adentros al mirarla a su lado con llamas en los ojos y carmín en las mejillas.

La mañana en que tomó la comunión le dijo su novia al salir de la iglesia: Hoy me has causado el mayor placer de mi vida, Ricardo. El joven marqués sonrió beatamente y repuso en voz baja: ¿Me quieres más ahora? No quiero responderte replicó la niña con una mueca graciosa . Después de comulgar no se debe hablar de ciertas cosas... Esperemos a mañana.

Pero a la segunda misa observole distraído e inquieto. Iba de un lado para otro, examinaba los altares y las imágenes como si estuviera en un museo. Esto la disgustó, y tal fue su incomodidad, que no se atrevió a comulgar aquel día, porque no se encontraba con el espíritu absolutamente sereno y limpio.

Doña Gertrudis dijo que se hallaba más tranquila, y apretando la mano a su hija María le dio las gracias por haberle procurado la dicha de comulgar. Era de esperar la mejoría. Todas las señoras la encontraban muy natural y aseguraron a la enferma que no tardaría en ponerse buena. Dios todo lo puede, doña Gertrudis.

A don Víctor al comulgar le atormentaba la idea de que no había confesado un pecadillo considerable: tenía sus dudas respecto de la infalibilidad pontificia. El canónigo Döllinger, de quien no sabía más sino que existía y que se había separado de la Iglesia, le seducía por su tenacidad, que le recordaba la de su tierra, Aragón, el reino más noble y testarudo del Universo.

Confesóse el buen hombre con gran júbilo de su corazón, y dando al Padre mil agradecimientos, se despidió diciendo: Quédese V. R. con Dios, que yo me voy á comulgar y de allí á morir; y sucedió así puntualmente.

Se daban en las calles vivas a la República, faltaba poco para que se encendieran cirios ante la estampa de Castelar; y entre este torbellino de discursos, aclamaciones, Marsellesa a todas horas y percalina tricolor, destacábase el fanático médico, predicando en las plazas, hablando en las eras de los pueblos vecinos, explicando los Derechos del Hombre en las veladas nocturnas del casino republicano de la ciudad; entusiasta hasta el lirismo, repetía con diversas palabras las mismas odas oratorias del tribuno portentoso que en aquella época corría España de una punta a otra, haciendo comulgar al pueblo en la democracia al son de sus estrofas, que sacaban de la tumba todas las grandezas de la historia.

Habéis de saber que, una vez, ese que agora duerme el sueño de la eternidad, viniendo conmigo a comulgar a esta parroquia, pues nunca abandonó el sumo Sacramento, os vio salir por la puerta de la sacristía, y, dejándome al punto, se puso a seguiros.

Al contrario, me parece bastante formal y simpático; guapo no lo es... ¿para qué más de la verdad?... pero el otro... el otro es una alhaja, un bendito... ¡Si le viese usted, como yo le veo muchos días, comulgar en San Antón!... Vamos, que enternece hallar un chico tan humilde y devoto ahora en que a todos les da por despreciar las cosas santas y decir mil borricadas y escandalizar a las personas honradas.