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Actualizado: 2 de julio de 2025
Ahora bien, no se trataría ya de la renta impaga, sino de una joven sin dote, con la perspectiva de tener a su madre a tu cargo. ¿Qué harías tú, entonces, mi pobre Huberto? No serían tus ocho mil pesos de renta los que bastarían para todo eso y te permitirían llevar la vida tal como tú lo comprendes. Reflexiona, hijo mío, y concluirás por estar de acuerdo conmigo.
Pero ya no puedo más: mi conciencia se vuelca como una urna llena que se cae... así, así; y afuera todo... Tú me absolverás cuando me oigas, ¿verdad? Di que sí... Hay momentos en la vida de los pueblos, quiero decir, en la vida del hombre, momentos terribles, alma mía. Tú lo comprendes... Yo no te conocía entonces.
Ni voluntad, ni deseo, ni sentidos, ni pasiones... un sayal, un muerto ambulante debajo.... Pero.... Artegui se inclinó a Lucía con inquietud. ¿Me comprendes? interrogó de pronto. Sí, sí... dijo ella, y su cuerpo temblaba.
De todo lo que has dicho, parece deducirse que yo soy un miserable, un cualquiera, uno de tantos. Pues ahora lo veremos. He guardado reserva contigo, porque creí que no me comprenderías. Veremos si me comprendes ahora. Es cierto que hace dos meses, me encontré otra vez a... Haz el favor de no nombrarla suplicó Jacinta con viveza . Ese nombre me hace el efecto de la picadura de una víbora.
Si no me casara con Muñoz, tendría que morir. ¡Y Julio también tendría que morir! ¿Comprendes, Raquel? Porque ya nada podría detenernos, yo sería suya, sería suya sin casarme, esto lo sé, lo siento, y después los dos moriríamos sin remedio, para purificarnos y para escapar al pensamiento de Laura.
Y si te dijera... Se detuvo con un gesto de fingida exasperación, como si se guardara las palabras más duras. Adriana seguía mirándola, distraída. Tan luego tú, Charito, dijo con acento amistoso tú tan seria, tan incapaz de una incorrección, darte cita con varios muchachos. ¿No comprendes que nadie podrá creerlo? Lo creen y lo repetirá todo el mundo.
Pero el joven se había abrazado a sus rodillas con fuerza y se las besaba con transportes frenéticos, y lo mismo los pies, sacudido su cuerpo por los sollozos. ¡Esto es horrible! ¡es horrible! repetía . ¿Qué te hice para que así me mates? Vamos, Mundo, vamos.... Arriba.... Seamos formales decía ella dulcemente, acariciándole los cabellos . ¿No comprendes que es ridículo?
Isaura, Dioclecia, Xantippa, Agripina, Isabel de Hungría, Delia, Valentina y María de los Dolores. Siempre me aciertas el nombre que corresponde al instante en que me hablas. ¡Eso prueba que me quieres y comprendes! me dijo. Pero el caso es que yo todavía no sé tu nombre... ¡Adivínalo! Esperaba yo que ella me bautizara de mil modos. No fue así.
Y don Rodrigo, armado con aquellas cartas, obrando por cuenta propia, era omnipotente: hubiera dictado condiciones á Margarita de Austria, te hubiera vencido, hubiera ocupado acaso ya tu lugar, un lugar que, si no le pones fuera de combate, ocupará algún día; ¿comprendes ahora todo lo que debes á ese afortunado joven? ¡Oh! ¡oh! ¡y yo ciego!...
Su afectísimo amigo, ¿Suicidarte? ¿Pero comprendes bien lo que dices? Y en definitiva, ¿para qué debo vivir? ¿Qué misión me espera? ¿Qué ideal puede estimularme ya?... No te diré cuál es la razón filosófica de tu existencia, porque la ignoro; pero, puesto que vives, ¡vive! qué diablos. Como cualquier animal...
Palabra del Dia
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