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Comentaban los defectos de todos los espadas, discutían sus méritos y el dinero que ganaban, mientras el enfermo escuchábales en forzosa inmovilidad o caía en una torpeza soñolienta, mecido por el susurro de la conversación.

A la luz de un candelabro de color que ardía en uno de los extremos de la chimenea, devoraba Jacobo los periódicos españoles que relataban el nuevo cambio político acaecido en España y los franceses que lo comentaban haciendo pronósticos y formulando juicios, Frecuentes exclamaciones y aun palabras groseras que se escapaban de sus labios revelaban en él esa sorda cólera que despiertan en el ánimo violento las grandes contrariedades.

Luego, de pronto, y en muy pocas semanas, su vida mudó por completo de rumbo. En pueblos y aldeas comenzó a notarse extraña inquietud y desusado movimiento, sustituyendo, a las conversaciones sobre el estado del campo o el cuidado de las haciendas, diálogos que expresaban, no temor, sino esperanza de próximos trastornos. Se sabían con indignación cosas irritantes, y se comentaban con ira.

Están poniendo perdidos los muebles de todas las casas que frecuentan. Al poco rato se generalizaba la conversación. Pedrito, uno de los jóvenes, hablaba con una niña, refiriéndose a otra ausente. Comentaban un principio de relación entre esta señorita, llamada Pilar, y un amigo de Pedrito, relación que se había cortado apenas iniciada.

Las amantes de los dos amigos se llevaban bastante bien, lo cual equivale a decir que sólo se peleaban una vez por semana. ¡Qué bello es contemplar cuatro corazones que laten al unísono! Los hombres montaban a caballo, leían el Fígaro, o comentaban los chismes de la ciudad; las damas se echaban mutuamente las cartas, con gracia sin igual: ¡una edad de oro en miniatura!

Su gloria y su poder no encontraban obstáculo alguno en el rincón de la República sometido á su autoridad. Los jóvenes empleados en los ministerios de la capital se agrupaban para reir, leyendo en voz alta las comunicaciones enviadas por el héroe de Cerro Pardo. Los grandes periódicos comentaban con una ironía algo miedosa las sublimidades laberínticas de su estilo.

Le hacía saber los sucesos más importantes de Barcelona y del mundo entero; comentaban juntos los futuros destinos de Esteban; oía él con arrobamiento su voz dulce, concediendo gran importancia á los detalles de economía doméstica ó á las descripciones de fiestas religiosas, sólo porque era ella la que hacía tales relatos. Muchas veces quedaban en largo mutismo.

A los saludos de Maltrana respondía siempre con una inclinación de cabeza y un manifiesto deseo de huir. Además, como mujer no valía gran cosa: parecía enferma. La primera vez que se fijó en ella fue por las burlas de unas niñas elegantes que comentaban su palidez verdosa: «Ahí va esa de la opereta. Se le ha reventado la hiel y la tiene revuelta por todo el cuerpo».

Sentados en el corredor contemplaban los viajeros la llegada de la noche y comentaban las incidencias del viaje, cuando de pronto dijo Ricardo con una espontaneidad que asombró gratamente a Melchor: ¡Voy a probar el piano! ¿No estará cerrado? Ha de tener la llave puesta, si no avisa y volviéndose a Lorenzo: ¡y qué bien toca Ricardo, eh?...

En el café del Siglo se tenía noticia de estos cursos instructivos. Se le embromaba con ellos, se comentaban con gracia por toda la tertulia. Pero en aquellas bromas el que marchaba delante y brillaba por su procacidad era él mismo. ¿Qué tal, D. Laureano, se va instruyendo la niña? Admirablemente. Tiene disposiciones asombrosas, sobre todo para la geografía política.