Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 16 de junio de 2025
Creo en todas sus maldades porque mi madre me las ha dicho; y creo que Dios, á quien el Comendador es simpático, se las va á perdonar, como yo se las perdono. ¿No es una monstruosidad, no es una aberración este cariño hacia una persona casi desconocida? Yo me condenaba antes por mi inclinación á D. Carlos, á despecho, á escondidas de mi madre.
Clara se aterró al oir en boca de su madre aquella diatriba. Se representó en su mente al Comendador como á un personaje endiablado; y, acordándose del tierno beso que de él había recibido, se llenó toda de espanto y de vergüenza.
Ello es que en los lugares más agrestes, Clara no se apartaba del lado de D. Fadrique, como si temiese que saliese una fiera á devorarla y buscase en él su amparo y defensa. ¿Quién sabe lo que pasaba en aquellos instantes en el alma del Comendador?
Don Juan Fresco me contó entonces lo que sabía acerca del Comendador Mendoza. Yo no hago más que ponerlo ahora por escrito. Don Fadrique López de Mendoza, llamado comunmente el Comendador, fué hermano de don José, el mayorazgo, abuelo de nuestro D. Faustino, á quien supongo que conocen mis lectores. Nació D. Fadrique en 1744.
Así iban lentamente los sucesos, cuando una mañana, en que Doña Antonia había tenido una de sus jaquecas y no se hallaba con gana de salir, Lucía fué á paseo sola con el Comendador. Ambos llegaron á la fuente ó nacimiento del río que ya conocemos.
Admirábalo Jaime como a un precursor que le salvaba de sus dudas. ¿Qué tenía de extraño que él se uniese a una chueta, igual a las otras mujeres en costumbres, creencias y educación, si el más famoso de los Febrer, en una época de intolerancia, había vivido, fuera de toda ley, con hembras infieles?... Pero los prejuicios de familia despertaban en Jaime como un remordimiento, haciéndole recordar una cláusula del testamento del comendador.
Cosa muy seria es ésta de oír hablar a un difunto. Por la mañana se acercó nuestro asustado religioso al comendador de la orden y le refirió, sueño o realidad, lo que le había pasado. Nada se pierde, hermano contestó el superior , con que vea a Guruceta. En efecto, mediodía era por filo cuando fray Antolín llegaba al mostrador del comerciante y le hacía el reclamo consabido.
Adiós, hasta mañana. Mamá me estará aguardando. El Comendador puso la cara más afligida del mundo, viendo que tan secamente respondía la muchacha, ó mejor dicho, no respondía á su repentina y vehemente declaración. Ella se apiadó entonces, sin duda, y añadió sonriendo: Hable V. mañana con mamá... ¿Y qué?... interrumpió D. Fadrique. Y pida V. la licencia á Roma.
Recitaré algo de Meléndez, dijo el joven. No, de V. replicó Lucía. Sepa V., tío, añadió dirigiéndose al Comendador, que este señor es muy poeta y gran estudiante. Ya verá usted qué lindos versos compone. V. es muy amable, Srta. Doña Lucía. La amistad que me tiene la engaña. Su señor tío de V. va á salir chasqueado cuando me oiga.
Aparece al fin la Reina, á la cual se ha mandado buscar, y se rinde homenaje á su hijo como al sucesor legítimo del trono. La inocente sangre. La judía de Toledo. Los novios de Hornachuelos. Peribáñez y el comendador de Ocaña. Los comendadores de Córdoba y Fuente-Ovejuna. El Hidalgo abencerraje. La envidia de la nobleza y el cerco de Santa Fe. Las cuentas del Gran capitán.
Palabra del Dia
Otros Mirando