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Actualizado: 4 de octubre de 2025


Al verla, Leopoldina Pastor corrió al soberbio piano de Erard, que estaba en un ángulo, arrancó de un solo tirón la rica y antigua colcha brocada que lo cubría, y se puso a tocar furiosamente el flamante himno de doña María Victoria, una de las intemperancias filarmónicas en que tan fecundo fue siempre el partido progresista.

Se encaminó este comandante por las quebradas de Arque en busca de los enemigos, que le esperaron en las inmediaciones del pueblo de Colcha, fiados en su mayor número, y en las ventajosas situaciones que ocupaban.

Fuese llegando la visión, y, cuando llegó a la mitad del aposento, alzó los ojos y vio la priesa con que se estaba haciendo cruces don Quijote; y si él quedó medroso en ver tal figura, ella quedó espantada en ver la suya, porque, así como le vio tan alto y tan amarillo, con la colcha y con las vendas, que le desfiguraban, dio una gran voz, diciendo: ¡Jesús! ¿Qué es lo que veo?

De vez en cuando le corría un estremecimiento por el cuerpo; la roja colcha de damasco que le tapaba se agitaba blandamente como si entrase por las ventanas un soplo de aire: otras veces daba súbito una vuelta y abría los ojos desmesuradamente y tornaba á cerrarlos con cierta precipitación nerviosa; más tarde extendía los brazos y se escuchaban crujir los huesos y lanzaba un fuerte suspiro que le dejaba aniquilado.

Una consolita, un espejo, algunas sillas forradas, cortinas en la alcoba, y detrás de ellas, una cama bien aderezada, con colcha de punto de estambre y sábanas con encaje ordinario. Todo despedía un olor de limpieza y curiosidad que me fue grato. ¡Oh, qué lujo! dije, sonriendo . Vamos, Paca, que no vive usted tan mal.

No dijo nada mientras le miraba. Después volvió a su asiento y estuvo un rato con la mirada perdida entre los ramos de la colcha, ligeramente fruncido el ceño. «Se parece a tu verdugo. Lo malo no perece nunca. La maldad engendra y los buenos se aniquilan en la esterilidad». iv

Y, sin embargo, aquella noche solemne, al contemplar la colcha de flores azules, el doblez humilde y corto de las sábanas limpias, las almohadas angostas y blandas, le pareció que todo aquello le sonreía con su frescura y con su aspecto de íntima familiaridad, mientras él se quitaba las botas y calzaba las babuchas.

Así tambien en el pueblo de Arque fueron víctima de la sedicion todos los vecinos españoles, establecidos en él y su quebrada. En ella asaltaron al pueblo de Colcha, y egercitaron iguales crueldades, prendiendo á su cura, el Dr.

Dejólo caer, sin embargo, el Reyecito sobre la rica colcha, sin mirarlo casi, y quedóse largo tiempo pensativo, con el codo apoyado en la almohada. De pronto dijo, con esa expresión seria y meditabunda que toman á veces los niños, cuando reflexionan ó sufren: Mamá... ¿Por qué los niños pobres rezan lo mismo que yo, Padre nuestro, que estás en los cielos?...

Ana estaba muchas horas sola. Sus tías tenían costumbre de trabajar hacer calceta y colcha en el comedor; la alcoba de la sobrina estaba al otro extremo de la casa. Además, las ilustres damas pasaban mucho tiempo fuera del triste caserón de sus mayores. Visitaban a lo mejor de Vetusta, sin contar la visita al Santísimo y la Vela, que les tocaba una vez por semana.

Palabra del Dia

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