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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Verdad que bajo la mirada insistente de su colega Valero se apresuró a rectificar haciendo constar que el cocodrilo era todavía cachorro y no tenía más que una carrera de dientes. Siguieron buen trecho la margen sombría del Lora y lo atravesaron por un puente rústico en el sitio donde el conde lo había desangrado, por medio de una acequia, para dar movimiento a su molino.

Pero... ¿qué valía su prosperidad actual comparada con los millones de pesos que iban á caer en sus manos el día que la Presa, simple campamento de trabajadores en la actualidad, se convirtiese en una población importante, y su almacén en un establecimiento rico como los de Buenos Aires, y las tierras polvorientas que él había adquirido en un sinnúmero de «chacras», por las que le pagarían importantes arrendamientos colonos españoles é italianos?... Podría volver entonces á su patria, para instalarse en Madrid, circulando por sus calles y paseos en el automóvil más lujoso y más grande que pudiera encontrar; y las gentes de su pueblo natal, agradecidas á sus donativos, tal vez le hiciesen diputado ó senador; y un ministro lo presentaría al rey de España, cuyo retrato en colores estaba clavado sobre un tabique de madera debajo de un cocodrilo... ¡Quién sabe si hasta lo harían vizconde ó marqués, como otros tantos «bolicheros» enriquecidos en América!...

¿Podreis negar á los lagartos, respondo yo, la belleza de su piel verde? ¿Podreis negársela á los cocodrilos? ¿Podreis negar á la culebra la rica variedad de sus brillantes y sedosas escamas? ¿Esa es vuestra belleza? ¿Ese es vuestro arte? ¿Por qué no haceis de un cocodrilo un actor? ¿Por qué no haceis de una serpiente una actriz? Basta de esto, mis queridos lectores.

Y murmuró en voz baja: «¡Qué país!, ¡qué religión!» . Pero ¿podréis decirme añadió con aquella insoportable ironía, con aquella insolencia de que hacen uso los incrédulos, con los que creen y están de buena fe , podréis decirme por qué está colgado del techo un cocodrilo, en aquel corredor de la catedral, cerca del patio de los Naranjos, entrando por la puerta a la derecha de la Giralda? ¿Sirve también la catedral de museo de historia natural?

Esa es una vulgaridad propagada en el pueblo dijo la condesa, mientras que Rita, sin oír las palabras del barón, había ido a ocupar su acostumbrado asiento . Ese cocodrilo fue presentado al rey don Alfonso el Sabio, por la famosa embajada que le envió el soldán de Egipto.

La cuestión es saber si tiene o no la misma figura. Don Lorenzo se inclinó en señal de asentimiento. Maza saltó, hecho una furia: Pero, señores. ¡Pero, señores! ¿Estamos entre personas ilustradas o entre aldeanos? ¿De dónde sacan ustedes que caimán es lo mismo que cocodrilo? El cocodrilo es un animal del Mundo Viejo y el caimán es del Nuevo Mundo.

Vences al cocodrilo en prudencia y al lince en perspicacia; pero, ¿cómo has sabido que Parsondes puede vivir aún, y que, si ha muerto, Nanar ha sido su asesino? ¿No han asegurado los magos que Parsondes está en el cielo? ¿No han descubierto los astrólogos en la bóveda azul una estrella, antes nunca vista, y no han reconocido en esa estrella el alma de Parsondes?

Recrearos, : recrearos á costa de un semejante vuestro que hace el gato, el perro, el gallo, la gallina, el lobo, hasta el cocodrilo, si cupiera: no, mil veces no. Eso no es recreo, porque no es arte, porque no es humanidad, porque no es ni decencia.

En cuanto á Dorotea, no diremos que el duque se alegrase de su muerte. Pero el corazón humano es un abismo. Dorotea era un cocodrilo alimentado con oro. Le sacrificaba. Viva Dorotea, no era posible dejarla. ¿Qué se hubiera dicho de la magnificencia del duque de Lerma? No dejándola, era preciso satisfacer sus gastos. Por la muerte de Dorotea heredaba Lerma un tesoro.

Beber bajo la panza amarilla y las cuatro patas extendidas de un cocodrilo, ¡pase!... Pero levantar los ojos al empinar el vaso y ver aquel serpentón que expelía moscas, mostrando á trechos el cuadriculado repelente de su piel, ¡eso nunca! Los más atrevidos sólo se decidían á entrar con la diestra cerrada y avanzando el dedo índice y el meñique en forma de cuernos, para conjurar la mala suerte.

Palabra del Dia

condesciende

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