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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Su padre se vio obligado, bajo coacción, a poner esa desgraciada cláusula en su testamento, lo cual significa que le temía. Si suspiró en voz baja. Usted tiene razón, señor Greenwood. Está absolutamente en lo justo. Ese hombre tenía en sus manos la vida de mi padre.
Fuese con esto y volvióse desde la puerta a pedirme algo para el buen Diego García, el alguacil, que importaba acallarle con mordaza de plata y apuntóme no sé qué del relator, para ayuda de comerse cláusula entera. Dijo: -Un relator, señor, con arcar las cejas, levantar la voz, dar una patada para hacer atender al alcalde divertido, hacer una acción, destruye a un cristiano.
No se redujo la afición del ilustre Doctor sevillano á los libros, túvola también á las pinturas, reuniendo, asímismo, ejemplares escultóricos que sirvieron de preciado adorno á su biblioteca, según consta de la siguiente cláusula de su testamento.
Lo mismo hacen en los libros, citan mil Autores para probar lo que no ignora una vieja. Y una vez ví uno de estos, que en una cláusula de cinco lineas citó á LIEBRE, y á BURDANIO para probar una friolera.
Ottokar es, al contrario, visitado por una aparición, que lo reconviene por su criminal empresa y que le profetiza su ruina: el espectro hace en él tal impresión, que resuelve renunciar á su propósito; sin embargo, impone como cláusula de su sumisión que ningún testigo asista al rendir su homenaje al Emperador y pedirle perdón. Rodolfo promete cumplirla.
Torres, a quien hizo una indicación de prórroga, se puso pálido y dijo que Torquemada no podía esperar por esto y lo otro y lo de más allá... Bien claro se lo habían dicho ambos el día de la celebración del contrato. Era la cláusula principal, y seguramente el señor de Torquemada lo contaba como seguro...
Tu madre era cigarrera; un día necesitó pagar una deuda, y no teniendo dinero se lo pidió á la cabecilla de su mesa: esta se lo dió ¡pero á qué costa! Tú fuiste la hipoteca de aquel contrato; tu sangre, y un trabajo sin tregua ni descanso, los réditos; y la absoluta pérdida de tu libertad, la cláusula de aquel monstruoso pacto. Desde aquel momento tuviste una despótica señora.
Mediante una cláusula de dos líneas en el acta de matrimonio. ¿Y usted prefiere mejor condenar a su hija, a su esposa y hasta condenarse a sí mismo, antes que prestar su nombre a un niño extraño? ¿Cree usted que con eso cometería un crimen de lesa nobleza? ¿Es que no sabe usted a qué precio se ha conservado la nobleza en Francia y en todas partes desde las Cruzadas? ¡Cuántos nombres salvados por milagro o por habilidad! ¡Cuántos árboles genealógicos rejuvenecidos por un injerto plebeyo!
A pesar de mi insistencia, nada se hablaba del régimen dotal, y costóme grandes esfuerzos introducir en el acta, una cláusula protectora que declaraba inalienable, sin el consentimiento legalmente expreso de su señora madre, un tercio de su haber inmueble. ¡Vana precaución!, señor marqués, y podríamos decir, precaución cruel de una amistad mal inspirada, porque esta cláusula fatal no hizo sino preparar insoportables tormentos á aquélla, cuya salvaguardia debía ser.
El abogado suspiró, limpió lentamente sus anteojos, y observó: Tendrá en sus manos la administración de todo, y, por lo tanto, será difícil saber lo que desaparece, o cuánto guarda en su bolsillo. Pero, ¿qué motivo pudo tener Blair, o qué se posesionó de él, para haber dictado semejante cláusula? ¿Usted no le hizo notar la locura que cometía? Sí, se lo hice notar. ¿Y qué le dijo?
Palabra del Dia
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