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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Me puse al cinto la pistola, dije adiós a mi casita, y a mis libros, mis buenos amigos, mis cariñosos compañeros, y me dirigí a la calle. Mientras el mozo arreglaba la silla y ataba a la grupa la manga y el joronguillo, salió mi tía Pepa, y tras ella señora Juana. Vamos, hijo mío, ¿no me dices adiós? ¿Te olvidas de ? ¡No, señora, cómo! ¿Cuándo vendrás? No . Acaso dentro de ocho o quince días.

En medio de ella, como magnífico retrato de Claudio Coello, encerrado en su marco, apareció un galán muy bizarro y apuesto, con traje e insignias de capitán, larga espada al cinto, airosas plumas en el sombrero que llevaba en la diestra, rica cadena de oro y veneras que en su pecho brillaban y espuelas, de oro también, asidas a sus amplias botas de camino.

28 Y juntarán el pectoral con sus anillos a los anillos del efod con un cordón de cárdeno, para que esté sobre el cinto del efod, y no se aparte el pectoral del efod. 29 Y llevará Aarón los nombres de los hijos de Israel en el pectoral del juicio sobre su corazón, cuando entrare en el santuario, en memoria delante del SE

Sobre el andén del muelle, una fila de marineros, llevando machete en el cinto, contenía a los grupos que habían penetrado con permiso: comisiones que aguardaban a los dos conferencistas, familias ansiosas de saludar a sus parientes y amigos que agitaban pañuelos, sombreros y bastones, preguntando de lejos con gritos estentóreos cómo les había ido por Europa.

Detrás del tal Despoblado se encontraba algo peor: la terrible Puna de Atacama, un desierto de inmensa desolación, donde morían los hombres y las bestias, unas veces de sed, otras de frío, y en algunas ocasiones caían abrumadas por el viento. Ovejero se guardó las espuelas en el cinto, renunciando á su dignidad de jinete para convertirse en peatón.

En aquel instante supremo, la pobre niña, loca de terror, dejó escapar un grito de angustia, y viendo relucir algo en las tinieblas, las pistolas de Lorquin, las arrancó del cinto del doctor, con la rapidez del relámpago, e hizo fuego con las dos a la vez, quemando las barbas de Yégof, cuyo rostro rojizo se iluminó al resplandor de los fogonazos, y destrozando la cabeza de un cosaco que se inclinaba hacia ella con los ojos desencajados por insanos deseos.

Llegado el escudero ante el príncipe detuvo su caballo, tocó por segunda vez la bocina que llevaba suspendida del cinto y dijo con sonora voz y marcado acento bretón: Vengo como heraldo y escudero de mi señor, noble y esforzado caballero y súbdito fiel del muy poderoso rey Carlos de Francia.

Seguíanla dos pajes, el uno de los cuales llevaba una rica silla de tijera y el otro un cojín de terciopelo con rapacejos de oro debajo del un brazo, y terciada en el otro una rica alfombrilla. Por último, cuatro lacayos bigotudos, con sendos espadones al cinto, la servían.

Tenía espada al cinto, y ostentaba en la frente una cuchillada que, merced á cierto arreglo especial del cabello, parecía más deseoso de mostrar que de esconder.

Me miraba como un perro a quien se ha salvado la vida, y mientras tanto, sus oscuras manos buscaban y rebuscaban en la faja y en los bolsillos. Esto casi me hizo arrepentir de mi generosidad, y mientras el gañán buscaba, yo metía mano en el cinto y empuñaba mi revólver. ¡Si creía pillarme descuidado! Tiró él de su faja, sacando algo, y yo le imité sacando de la funda medio revólver.

Palabra del Dia

bagani

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