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Actualizado: 5 de junio de 2025
Luminoso éter bañaba la cumbre del Olimpo y jugueteaba en la cabellera de los dioses: nunca perturbó la tormenta el descanso de aquellos dichosos seres, ni lluvia, ni nieve caía sobre la espléndida cúspide. Las nubes amontonadas por Zeus se enrollaban á sus pies, alrededor de los peñascos que formaban el soberbio cimiento de su trono.
Pensé mucho sobre éstas, al parecer, pequeñeces, que eran, sin embargo, piezas muy considerables del cimiento en que se apoyaba la armazón de mis hipótesis; y al fin tuve que resolverme por la afirmativa, aunque en su grado mínimo, cuando vi los esfuerzos que costó a la pobre disimular a medias el deplorable efecto que le causó la noticia.
Se caminó de mañana, y comenzamos á pasar el Saladillo, de mucho pantano y agua, que tiene de largo mas de seis leguas, siendo imponderable el trabajo para pasar la carretilla; pues aun de los que pasaban en su caballo cayeron varios, y entre ellos el Comandante, metiendosele el caballo de ancas hasta el cimiento de la cola, viéndose precisado á echar pié á tierra y sacarlo de la rienda.
11 El sol y la luna se pararon en su estancia; a la luz de tus saetas anduvieron, y al resplandor de tu fulgente lanza. 12 Con ira hollaste la tierra, con furor trillaste los gentiles. Traspasaste la cabeza de la casa del impío, desnudando el cimiento hasta el cuello. Selah. 15 Hiciste camino en el mar a tus caballos, por montón de grandes aguas.
Esta buena expresion de Welington hubo de inspirar á uno de nuestros compañeros de expedicion, el cual dijo: esa columna es un digno pedestal de aquella estátua. Realmente, Napoleon no necesitaba menor cimiento. Subimos á nuestro carruaje, y á los veinticinco ó treinta minutos estábamos en el bosque de Bolonia.
34 En su tiempo Hiel de Bet-el reedificó a Jericó. En Abiram su primogénito echó el cimiento, y en Segub su [hijo] postrero puso sus puertas; conforme a la palabra del SE
Reformando su cauce en cada valle que limita la falda del monte, en cada hondonada que corta sus laderas, el agua de arroyos y torrentes quita á la nieve de las pendientes el cimiento que le servía de punto de apoyo. Bajo la acción de la gravedad, tienden entonces á desprenderse los aludes, y la montaña, como un ser animado, hace caer de sus hombros el nevado traje que la cubre.
Si no es valedero el testimonio de la conciencia, si no es seguro el juicio á que él nos impele por necesidad, ¿de qué podremos asirnos para no precipitarnos en el escepticismo mas absoluto? ¿dónde podremos buscar un cimiento sólido para levantar el edificio de nuestros conocimientos? Ahora voy á demostrar que esta substancia es simple.
Al extraño son de aquellas palabras, o acaso por obra del linimento, Fray Miguel imaginó que todo brincaba y giraba en torno suyo con rapidez vertiginosa; que los muros y el suelo se estremecían y amenazaban derrumbarse, y que el edificio no estaba parado y fijo sobre su cimiento, sino que iba lanzado por el espacio sin límites.
Entre los personajes de Capus, el lector advierte puntos numerosos de semejanza, todos se parecen y él lo reconoce así. «Hay dice, una docena, una veintena, cuando más, de sujetos-tipos.» «Quien pierde, gana», es el libro donde Alfredo Capus vertió la originalidad mayor de su espíritu; es el cimiento más fuerte de su obra, la sangre que riega la entraña de sus comedias mejores.
Palabra del Dia
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