United States or Iceland ? Vote for the TOP Country of the Week !


Todos te recibirán con los brazos abiertos, Pepa, si quieres volver... Se sabe que el Chucro te robó contra tu voluntad... ¡Nadie te diría una palabra! Pepa, siempre lo mismo...

Y su aspecto era tan torvo y sombrío, que Peñálvez no se atrevía a hablarle... Al rato volvió Pepa, jadeante, arrastrando el cadáver. Arrojolo sumisa a los pies del Chucro, dicióndole en un tono de ternura ilimitada: Aquí está. El Chucro le repuso: Dejalo ahí. Se levantó, sacó el facón y se dirigió a Peñálvez.

Pero hacía una tan hermosa tarde de primavera, que la idea de morir le pareció absurda, verdaderamente absurda. Miró al Chucro y vio que no le sacaba los ojos, siempre con la carabina cargada en la mano... «Si intento escaparme agregose Peñálvez, me fulmina de un tiro, con su excelente puntería de cazador profesional. A no ser que me ayude la Pepa, no podré huir de la isla...»

Y Peñálvez siguió gimiendo, implorando, aconsejando largas horas, sin que Pepa la Gallega pareciera apercibirse de sus gemidos, imploraciones y consejos... Ya el sol empezaba a declinar, cuando volvió el Chucro... Los policías se han ido dijo a Pepa. Priende fuego y poné agua a calentar pa' el mate. Pepa hizo como se le dijo.

Tomó agua de una vasija, se cerró la bata, se arregló el enmarañado cabello y miró al Chucro con una suprema mirada de amor y de miedo, castañeteándole los dientes. Con grandes precauciones para no despertarlo, metiose bajo su poncho, se acostó a su lado, apoyando la cabeza contra su pecho... El Chucro, como hombre salvaje, tenía el oído alerta aun durante el sueño.

No bien arrojara Peñálvez la última palada de tierra sobre el cuerpo todavía caliente del comisario, díjole el Chucro: Ahora cavá otro pozo para enterrarte vos mismo. Tan alelado sentíase Peñálvez, que no le extrañó esta nueva orden. Como en un sueño doloroso y febril, obedeció a su destino, y, pocos pasos más lejos, púsose a cavar la otra fosa...

Peñálvez cavaba sin darse cuenta de lo que hacía... Y la Pepa dijo: El asado ya va a estar... Apremiado por esta advertencia, el Chucro se plantó con su carabina a pocos pasos de su víctima, cuidando sin embargo, de no ponerse al alcance de la pala, y le gritó: ¡Apúrate más, maulón!... Apresurose nuevamente Peñálvez, aunque sin terminar todavía...

Hasta una mujer, «Pepa la Gallega», la cocinera del estanciero don Lucas, habíase también esfumado una noche, como llevada por el diablo... El diablo debía andar sin duda metido en el asunto. Sería el padrino o el compadre del ogro... Y como tenía padrino, tenía también el ogro su nombre propio. Llamábasele «el Chucro», sin que nadie supiese quiénes, cuándo y cómo lo bautizaran.

Cuidá entretanto de ese maula para que no se escape. Tomá la pala y si quiere irse, le partís la cabeza. ¿Has oído?... Era imposible una entonación de voz más despótica y absoluta que el que usara el Chucro con la Pepa. Y la Pepa acataba sus órdenes como si emanasen de un dios, ¡ella, que antes impusiera siempre su voluntad a su marido y le mandara a modo de dueña.

Era el gaucho alto, nervioso, de cejas espesas, cutis cetrino y nariz aguileña. Poblábanle el rostro largas e hirsutas barbas; bajo el rústico chambergo caíale una melena grasienta y enmarañada. Llevaba una carabina en la mano y un enorme facón en la cintura... ¡Ya verán quién es el Chucro! dijo a Peñálvez y lo obligó a que le siguiera dándole culatazos con la carabina.