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Actualizado: 13 de junio de 2025
¡Qué expansión!; ¡qué felicidad se refleja en ellos! La tía Simona, con el mango de la sartén en una mano y con una cuchara de palo en la otra y acurrucada en el santo suelo, se cree más alta que el emperador de la China, y en más difícil é importante cargo que el de un embajador de paz entre dos grandes pueblos que se están rompiendo el alma.
De-Hinchú dije con gravedad, quisiera que para mi propia satisfacción me tradujeras aquella frase china que mi privilegiado compatriota, el divino Webster, pronunció públicamente en cierta solemne ocasión. Mirome el chino fijamente y sus negros ojos centellearon. Después contestó gravemente. Señor, Webster dice: Niño chino hacer yo muy tonto. Niño chino hacer mi muy enfermo.
Entre Guinayangan y Calauag está el río Cabibijan, que desagua como ya hemos dicho en el mar de China, y por parte de Calauag se halla el río de este nombre vertiendo sus aguas en el seno de Alabat ó sea en la gran bahía de Lamón.
Hoy en Marianas no toca más que algún que otro barco, que lo lleva hasta allí la persecución de la ballena blanca ó sea jorobada, que en sus excursiones de las regiones glaciales suele llevar ese rumbo. De tarde en tarde, toma puerto algún barco que en la travesía de América á China hace arribada, por efecto de avería ó falta de víveres.
El Capitán no parecía estar muy seguro de la aparente tranquilidad que reinaba en aquellas playas, y de cuando en cuando escuchaba con atención, como si quisiera percibir algún otro rumor que el de las olas al estrellarse en los escollos. La misma tripulación china parecía inquieta y miraba con desconfianza hacia la costa, como si temiese algún grave peligro.
El vapor, el ferrocarril, el automóvil, son los precursores del régimen constitucional y del librepensamiento en Turquía, en Persia, en China, en Rusia.
Sillas de tapicería de terciopelo encarnado, como el papel, mesas lustrosas, manteles blanquísimos, platos de china, vajilla de plata, garçones de corbata blanca y frac negro.... ¡Champeaux! ¡Champeaux! Esta fué la terrible palabra que acudió á mi magín, haciéndome temblar.
Cinco años después había mucha tristeza en la China, porque estaba al morir el pobre emperador, tanto que tenían nombrado ya al nuevo, aunque el pueblo agradecido no quería oír hablar de él, y se apretaba a preguntar por el enfermo a las puertas del mandarín, que los miraba de arriba abajo, y decía: «¡Puh!» «¡Puh!» repetía la pobre gente, y se iba a su casa llorando.
Un toldo de tela rayada, adornada con plantas verdes, adornaba todo el patio y tres arañas difundían una viva claridad. El mantel estaba resplandeciente de cristalería y de plata; unas guirnaldas de flores serpenteaban alrededor de la mesa y servían de marco á un espléndido servicio de postres de antigua porcelana de la China, que procedía del tío Guichard.
Y con los franceses les sucedió así también, porque con esos modos de mando que tienen los reyes no llegan nunca los pueblos a crecer, y más allá, que es como en China, donde dicen que el rey es hijo del cielo, y creen pecado mirarlo cara a cara, aunque los reyes saben que son hombres como los demás, y pelean unos contra otros para tener más pueblos y riquezas: y los hombres mueren sin saber porqué, defendiendo a un rey o a otro.
Palabra del Dia
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