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Actualizado: 28 de octubre de 2025
Con el cuerpecillo cubierto de pelos y algo de cascarón adherido aún á semejante parte, corren alrededor de su madre, asombrados de todo: del cielo, de la luz, del aire, dándose el parabién por haber sabido escapar de aquel lóbrego huevo donde los tenían encerrados contra toda justicia y razón. Los patitos ven un charco, sienten bullir en su mente el genio de Colón, y zás... al agua.
La confusion, el miedo, el sobresalto Les turba los sentidos, que imaginan Que desta á la otra vida es grande el salto. Con ningun medio ni remedio atinan; Pero creyendo dilatar su muerte Algun tanto á nadar se determinan. Saltan muchos al mar de aquella suerte, Que al charco de la orilla saltan ranas Quando el miedo, ó el ruido las advierte.
Y se sintió tan deliciosamente refrescado que olvidó no sólo los cuidados presentes, sino hasta los placeres pasados. Una luz nueva iluminó su espíritu; comparó de una sola ojeada sus antiguos amores, agitados y cenagosos como un charco, con la dulce limpidez de la felicidad legítima. Es la historia de todos los maridos jóvenes.
Brotaba chispas su espada; relámpagos, su pensamiento. Dominó, coronó, ascendió. Y al caer, rota la frente, en un charco de sangre, hubo irrupción de llamas en el cielo, aglomeración de palmas en la tierra, condensación de recuerdos y sentimientos en el corazón de los americanos. Para llorar a Martí no son suficientes las lágrimas de todos los hombres ni el grito clamoroso de todos los siglos.
El modesto lecho fluvial, de donde el agua ha desaparecido, es aún tal cual lo trazó el torrente efímero, y revela tanto mejor las leyes de su formación, por cuanto ni un pequeño charco de agua se halla en su curso.
Y para expresar su entusiasmo con más viveza, arrojó el grotesco sombrero en un charco, salpicando a todos de barro. El empleado del fielato saludó a las jóvenes con un tono de zumba paternal: Que seáis buenas... Cuidadito con perderse... Las dos pasaron adelante sonriendo, sin contestar a los saludos mas que con movimientos de cabeza. La pequeña habló al alejarse.
Y entonces, reciente aún aquella impresión nobilísima que elevaba las inteligencias y movía los corazones, iban a ver en Jacobo lo que es esa misma grandeza cuando refleja en un charco los rayos de su gloria, cuando el vicio la deslustra y la bajeza la empuerca, y el olvido de la propia dignidad la pone al servicio de un Martínez, que apoya en ella la pataza para encaramarse en lo alto y darle después, una vez arriba, desde la cumbre de su insolencia, la más ignominiosa de todas las coces: la coz del asno...
Afanosos para imitar las grandes cosas de los hombres, los chicos hacíamos también nuestras escuadras, con, rudamente talladas, a que poníamos velas de papel o trapo, marinándolas con mucha decisión y seriedad en cualquier charco de Puntales o la Caleta.
¡Loppi, nunca serás más que un zascandil! ¡El que habla con miedo se queda sin lo que desea! Háblale a la maga como un hombre. Háblale, que yo estoy aquí para lo que suceda. Y el pobre Loppi volvió al charco, como con piernas postizas. Iba temblando todo él. ¿Y si el camarón se cansaba de tanto pedirle, y le quitaba cuanto le dio? ¿Y si Masicas lo dejaba sin pelo si volvía sin el castillo?
616 Lastimao en la cabeza, la sangre lo enceguecía; de otra herida le salía haciendo un charco ande estaba, con los pies chapaliaba sin aflojar todavía. 617 Tres figuras imponentes formábamos aquel terno: ella en su dolor materno, yo con la lengua dejuera, y el salvaje como fiera disparada del infierno.
Palabra del Dia
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