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Estamos embarrancados dijo el Capitán, secándose el frío sudor que le bañaba la frente . ¿Baja la marea? , Capitán. ¿Qué hora es? Las once. Dentro de cuatro horas será la pleamar. Esperemos con confianza que nos ponga a flote. ¿Y si no llega la marea a desencallarnos? Tenemos la chalupa y nos encomendaremos a Dios y a las olas. Entre tanto, los australianos seguían en la playa.

Diario de la navegacion que á hacer D. Basilio Villarino, segundo piloto de la Real Armada, con las dos embarcaciones de su mando, el bergantin Nuestra Señora de Cármen y Animas, y la chalupa San Francisco de Asis, desde el Rio Negro, á reconocer la costa, la bahia de Todos los Santos, Islas del Buen Suceso y demas adyacentes, buscar el desague del Rio Colorado, y penetrar su entrada, de órden del Comisario Superintente de estos establecimientos, el Sr.

La chalupa, pasando sobre un banco de arena, entró en la desembocadura del río, y fué a atracar a una isla o más bien un islote, cubierto de un espeso bosque de palúdicos, llamados así porque son plantas que producen las fiebres. Los náufragos soltaron los remos y echaron mano de los fusiles, mientras la primera piragua daba una virada para evitar el banco de arena.

Entonces vendréis con la chalupa de vapor á pasar por la isla, lo más cerca posible, en cuanto cierre la noche, lo que es aquí obra de algunos minutos... Nosotros nos echaremos al mar y llegaremos á nado á la embarcación. Si grito, forzaréis la velocidad hacia nosotros, pues será que estemos en peligro. En pocos instantes se decidirá nuestra salvación ó nuestra pérdida. ¿Y el navío?

Antes de amanecer mandé al bote á que trajese la madera que tuviese cortada la chalupa, y ordenase al patron de esta, que navegase el rio, aguas arriba, hasta una isla que le señalé, y que allí permaneciese hasta otra disposicion.

Echaron al agua la chalupa, fueron en busca de aquellos dos hombres, los trajeron y se los presentaron al capitán que, maravillado y compasivo, contemplaba los desencajados rostros, la palidez enfermiza y el aspecto abatido y miserable de sus huéspedes imprevistos. ¿Quiénes sois, desventurados? les preguntó Morsamor.

Este dia continuó el viento del NNO tan recio, que ni aun pude salir de á bordo, de cuyo modo anocheció. Siguió el tiempo de la misma conformidad. Amaneció claro, y el viento al N fresquito, á cuyo tiempo embarqué en la chalupa víveres para ocho dias, y salí con ella dejando fondeado el bergantin en el expresado paraje.

Lu-Hang y Cornelio bajarán en ella y tratarán de mantenerla separada del buque. ¡Ayudadme, amigos! Reunieron sus fuerzas y arrastraron la chalupa hasta la popa, atando después a las anillas las cadenas de la grúa. ¡A la chalupa! gritó Horn. El joven chino y Cornelio embarcaron, y la chalupa fué botada al mar, dejando correr las cadenas por sus garruchas.

¿Pensáis que volvamos al río, señor Stael? , Horn. Estoy inquieto por nuestra chalupa. Pero nos dejaréis almorzar antes. Me siento flojo, y el estómago me pide algo más que frutas. El mío me pide unas chuletas dijo Hans . La caza no debe faltar en esta selva. Y la tenemos muy cerca dijo el chino, que desde algunos minutos antes estaba observando las plantas acuáticas.

Este dia estuvo el viento por el NO duro, por lo que me mantuve fondeado, y se le pusieron á la chalupa baileos nuevos por estar los otros inservibles.