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Actualizado: 22 de julio de 2025
Entonces el Conde-Duque reunió un pequeño ejército de cerca de doce mil hombres y con ellos el Almirante de Castilla desbarató a los franceses con tan furiosa acometida que Condé se entró huyendo en el agua hasta ganar una chalupa y el belicoso arzobispo se acogió a los bajeles quedando libre la plaza; traduciéndose el regocijo experimentado por el Rey no tanto en premiar pronto al Almirante cuanto en recompensar con largueza al Conde-Duque.
Amaneció con el viento al OSO recio y contrario para navegar al Rio Negro: á las ocho mandé la chalupa á la Punta Rubia, con una cuarterola para que la llenasen de aceite de lobo, que los hay en abundancia. Todo el dia se mantuvo el viento de la misma conformidad, y anocheció de mal semblante.
¿Y la chalupa? preguntó Van-Horn. Volveremos a buscarla cuando podamos. ¿Y la encontraremos entonces? Confiemos en que no hayan dado con ella los piratas. Si la descubrieran, sería para nosotros un verdadero desastre. Como que no podríamos salir de esta tierra ni llegar a Timor. Vamos, amigos, antes de que lleguen los piratas o sus adversarios.
El agua de la bahía, tranquila y transparente como un cristal, les permitía distinguir perfectamente a aquellos hombres, que procedían con gran rapidez cogiendo moluscos, que iban echando en la red. Bien pronto uno de ellos, pasado medio minuto, salió a la superficie con la red llena hasta rebosar, la cual entregó al viejo Van-Horn, que la vació en el fondo de la chalupa.
Los diez hombres que le acompañaban, aprovechando a todo evento esta advertencia, se arrojaron al fondo de la chalupa. Silencio, siempre silencio. No se oía... no se veía nada... más que la luz que brillaba siempre en la cámara, y que de cuando en cuando aparecía obscurecida por una sombra que la ocultaba.
Salí al amanecer para á bordo del bergantin, á fin de traerlo hasta la Isla de Bordas, para aproximarlo mas al Colorado, y seguir de allí con las embarcaciones menores al reconocimiento, y porque me faltaban viveres, y no me era posible con los que tenia seguir adelante el reconocimiento, con solo la chalupa me costó bastante hallar la boca del Arroyo del Baradero pues sobre no tener mas que 15 varas de ancho, no tiene señal alguna por donde se conosca, por ser todo mar al rededor como 3 leguas, y con una y media brazas de agua.
Habiéndo llegado á bordo hallé la novedad de haber robado las vacas los indios, y que el marinero que las pastoreaba habia salido en busca de ellas, y no habia vuelto. Fué el bote á remudar la chalupa para que conduzca víveres. Este dia salí á caballo, acompañando al Señor D. Francisco de Viedma que salió á reconocer el terreno. A las tres de la tarde llegó á bordo la chalupa con víveres.
La distancia había impedido a Van-Stael darse cuenta desde el principio de lo que se trataba; pero al acercarse la chalupa a aquellos parajes lo comprendió perfectamente.
Mandé la gente á que siguiesen la sementera, otros á hacer leña para el viage, y otros prosiguiesen con la aguada. A las dos de la tarde llegó el Cacique Negro con sus indios, se le dió de comer y aguardiente: á la noche llegó la chalupa á bordo.
Amaneció el viento SO recio, de cuyo modo se mantuvo todo el dia, hasta la noche que abonanzó. Amaneció con dicho viento medianamente fresco: á las nueve de la mañana vino la chalupa á bordo, le dí víveres para que volviese al arroyo adonde estaba refugiada.
Palabra del Dia
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