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Actualizado: 22 de julio de 2025
Una lluvia de balas de los canacos de la orilla pasó silbando por el aire. Al mismo tiempo apareció otra chalupa haciendo fuerza de remos hacia el lugar de la lucha. ¡Al yate! gritó Marenval. Ya nos abrazaremos después. La lancha viró y se dirigió hendiendo las olas hacia el navío. El sol cayó en este momento como una bola de fuego en las olas y se hundió en ellas.
A las cuatro de la mañana llegué á Punta Rubia, á donde hallé la mar sumamente gruesa; y en medio de la rompiente seguí con la chalupa por la proa, y toqué con la quilla en la cabeza del N de los bancos: con otro golpe de mar salimos, y seguí gobernando al S 1/4 SE por entre el rompidero de la costa, y el de los bajos, que tiene 50 brazas de latitud.
Terminada la comida, el Capitán y el piloto encendieron sus pipas, dando en seguida la orden de marcha, que emprendieron al punto, sin abandonar la segunda tortuga, que debía constituir el alimento del siguiente día. Caminaron de prisa, pero con cautela, y a medio día llegaban al lugar de la orilla del río donde esperaban encontrar la chalupa.
Los otros, que parecían indecisos, retrocedieron; pero en seguida volvieron a acometer atropellándose los unos a los otros para acabar más pronto con aquellos hombres. Ya iban a llegar a la chalupa, cuando ésta, que desde hacía algunos instantes estaba dando tumbos sacudida por la marea, se puso a flote deslizándose a través del banco. ¡Libres! gritó Cornelio.
A las cinco de la tarde puse la chalupa y bote al remolque por la proa, y con toda vela, por estar casi calma, procuré entrar.
Amaneció el viento al SO recio. A las nueve de la mañana, habiendo disminuido un poco, vino el bote, y me fuí á bordo. A las diez mandé el bote á llevar víveres á la chalupa, que estaba fondeada de la parte del N de la isla, y le era imposible venir á bordo. A las cuatro de la tarde llegó el bote á bordo: anocheció con el viento al SSE fresco.
Ningún plan había sido adoptado, cuando el prudente Santiago exclamó: Con la protección de la Virgen, he aquí lo que yo haría; armaría una chalupa, me aproximaría a la tartana maldita y entraría al abordaje... ¡Eh, compadres! ¿qué les parece?
Amaneció con el viento por el N fresco, y á las ocho atracó la chalupa bordo, y le hice embarcar ocho dias de víveres. A las cuatro de la tarde me hice á la vela para mejorar de fondeadero, y por ser la canal angosta y viento contrario, varé dos veces, y con una hora de noche dí fondo en 4 brazas de agua.
Ocho de nuestros hombres quedaron abordo para el gobierno del nuevo buque. Viajaríamos de conserva. Al anochecer nos tomó un poco de camino. Al día siguiente lo alcanzamos, pero no vimos a nadie sobre el puente. Desprendióse de nuevo la chalupa, y los que fueron recorrieron en vano el buque: todos habían desaparecido. Ni un objeto fuera de lugar.
De vez en cuando se oían sus gritos, que el viento llevaba hasta la chalupa, y que parecían intimaciones para que los náufragos se detuviesen; mas éstos no hacían caso de tales amenazas. Las montañas de la gran isla iban haciéndose más perceptibles por momentos, y la costa empezaba a delinearse confusamente hacia el Norte, corriendo de Este a Oeste.
Palabra del Dia
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