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Actualizado: 22 de junio de 2025


A la chalupa no le fué posible embestir la barra por donde nosotros, por la mucha mar que podia sumergirla, y dió vuelta á los bajos, y desde afuera á remo vino á amarrarse á nuestro costado con mucho trabajo, y á no tener tan buena gente no lo hubiera logrado, ni tampoco entrar en el Rio Negro.

No respondían invariablemente Hans y Cornelio; pero su voz era poco segura. La chalupa, entre tanto, avanzaba con extraordinaria rapidez. Llevada por el viento y las olas, iba acercándose a la costa australiana, que ya no debía de estar muy lejos.

¡Ea! ¡Manos a la obra sin perder tiempo! dijo el Capitán después de haber examinado la entrada de la bahía para convencerse de que no había peces-perros en ella. Los diez pescadores, escogidos entre los mejores nadadores y buzos de la tripulación, se echaron a una al agua. Los dos jóvenes, inclinados al borde de la chalupa, seguían con gran curiosidad las maniobras de los valientes pescadores.

Este dia mandé la chalupa con el piloto buscar el río principal, y yo salí asimismo con el bote por ser tantos los canales que hay, no es fácil hallar el principal. A las dos de la tarde ya estaba cerciorado cual era el rio principal, y lo seguì aguas arriba hasta la Isla de Lobos. A las cuatro y media de la tarde vuelta y llegué á bordo á las siete de la noche, y no pareciò la chalupa.

El joven se agarró a una cuerda, y, manteniéndose perfectamente sujeto para no ser arrastrado por las olas, llegó hasta la chalupa, ayudándole su hermano a embarcarse. Van-Horn le siguió ágilmente, a pesar de su edad, y, por último, el Capitán entró también en la pequeña embarcación. ¡Soltadla! ordenó Van-Stael.

Los náufragos comenzaron otra vez el fuego, para obligar a los saurios a volverse al río; pero los terribles anfibios parecían dispuestos a renovar su acometida. No perdáis golpe decía el Capitán . Si podemos resistir siquiera diez minutos, la chalupa dejará el banco. Ya está todo él cubierto de agua dijo Cornelio . La marea sube rápidamente.

No se cuidaban tanto de la comodidad como para tener escalas al exterior del buque; como era baja la borda se satisfacían con poner los tojinos necesarios en el costado. Llevaban batel y chalupa.

Al anochecer entró el viento por SO á ráfagas muy fuerte con granizo, y mandé izar un farol al tope mayor, para que le sirviese de guia á la chalupa. A las seis llegó la chalupa á bordo, con la noticia de haber hallado cerca de la Punta de los Lobos 5 brazas de agua. A las ocho de la mañana zarpé las anclas, y me hice á la vela para la Punta de los Lobos.

Si estuviéramos cerca de la costa podríamos intentar alcanzarla, llevando el junco hacia los arrecifes. La tierra de Torres está a cien millas de nosotros y el junco se sumergirá dentro de una hora. ¿No habrá tiempo para construír una balsa? ¿Con este oleaje? Aunque el tiempo nos sobrara, nos sería imposible construírla. ¿Queréis que recurramos a la chalupa? ¿Resistirá a la tempestad?

Cuatro horas más tarde, un paquete, no teniendo respuesta, desprendió una chalupa que abordó al María Margarita. En el buque no había nadie. Las camisetas de los marineros se secaban a proa. La cocina estaba prendida aún. Una máquina de coser tenía la aguja suspendida sobre la costura, como si hubiera sido dejada un momento antes.

Palabra del Dia

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