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Actualizado: 12 de julio de 2025
Sin poderse contener, avanzó para entrar; mas cerraron por dentro, y al cerrar, la falda de doña Manuela quedó presa entre las hojas de la puerta: ella entonces tiró con violencia del vestido, y en seguida se oyeron pasos como de cuerpo viejo que huía trabajosamente. ¡Mamá! ¡Mamá! Su voz robusta pareció grito de niño abandonado.
Casi se puso de rodillas, implorando su perdón; cerraba los puños como si fuera á golpearse, castigando su atrevimiento. Pero ella no le dejó seguir... «¡No, no!...» Y mientras gemía esta protesta, sus brazos se cerraron formando un anillo en torno del cuello de Ulises. Su cabeza se inclinó hacia él, buscando el abrigo de su hombro.
Sus pupilas azuladas se cerraron; luego volvió á abrirlas de golpe, extendiendo los brazos con un gesto rígido y siniestro. Yo lanzé un grito; mi padre se presentó y estrechó largo tiempo contra su pecho, en medio de sollozos desgarradores, el pobre cuerpo de una mártir.
Desde el obscurecer estábamos en palacio cuatro de los míos y yo; dos fuera en acecho; dos en el patio hasta que se cerraron las puertas, y yo en el interior. Vagaba yo por las galerías, y sin saber cómo no podía separarme de la habitación de doña Clara Soldevilla, cuando he aquí que un hombre llama y le abren.
7 Y aun cerraron las puertas del pórtico, y apagaron las lámparas; no quemaron incienso, ni sacrificaron holocausto en el santuario al Dios de Israel. 8 Por tanto la ira del SE
Sin embargo, esta casada de la ciudad no se marchita físicamente como la de la aldea..... «¡Ojalá! La casada de la ciudad sigue siendo joven y hermosa; pero las rejas del claustro doméstico se cerraron detrás de ella cuando regresó del templo. Amparo ha tomado el velo de desposada: ha dejado moralmente de estar viva: es profesa del hogar.
La puerta no estaba abierta; Pensé si alguien habría advertido en la casa que la cerrasen aquella noche; quizá la cerraron por el viento. Me asomé a la ventana. La altura no era grande. Salté a la calle. Encontrándome solo, sin la compañía de Allen y de Ugarte, me sentía más enérgico y con mayor miedo de ser preso. Todo, antes de volver al pontón.
Se cerraron los coliseos y el duelo fué general cuando, corriendo los días sin descubrirse al delincuente, recurrió la autoridad eclesiástica al tremendo resorte de leer censuras y apagar candelas. Por su parte el marqués de Villagarcía, virrey del Perú, había llenado su deber, dictando todas las providencias eme en su arbitrio estaban para capturar al sacrílego.
Ni él reparó en los clérigos, ni ellos se dieron cuenta de la presencia del labriego. Pasó un cuarto de hora abstraído el chico en sus cavilaciones, dormitando el guardián, y raspando borrones el que escribía, hasta que, tras ruido de puertas que se abrieron y cerraron, entró en la habitación el obispo.
Cerraron los párpados a Novillo, le sujetaron la mandíbula con un pañuelo, le entretejieron los dedos de las manos, y todos de rodillas, condolidos, tocados de lástima y simpatía, rezaron brevemente.
Palabra del Dia
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