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Si ellos, criados con tajadas y vino de Toro, no pueden contener el empuje de los de Lorío, ¿cómo han de poder estos míseros aldeanos criados con castañas y borona y el suero de la leche? Lo mismo los del llano que vosotros los del monte todos conocemos el gusto de la borona y las castañas replicó Quino. No está bien, Nolo, que te burles de nosotros, pues allá todos te estimamos.

En resumen, para la señora de Freneuse, Sorege es un hombre honrado al que ha sentido ver alejarse de su hijo; para María, Sorege es un mozo frío y calculador, decidido á hacerse sacar las castañas del fuego y qué no vacila en herir un poco al vecino al hacer su negocio. ¿Pero por qué esas preguntas? dijo la señora de Freneuse.

En ella le enseñó al ama de llaves que estaba fregando una enorme caldera en la que iban á cocerse media fanega de castañas que estaban en un saco cerca del fogón. Todo esto es para la gente dijo don Silvestre señalando las castañas y un enorme jarro de vino que estaba sobre el vasar. ¿Para qué gente? le replicó su amigo cada vez más sorprendido.

La limeña de marras no conoció peluquero ni castañas sino uno que otro ricito volado en los días de repicar gordo, ni fierros calientes ni papillotas, ni usó jamás aceitillo, bálsamos, glicerina ni pomadas para el pelo. El agua de Dios y san se acabó, y las cabelleras eran de lo bueno, lo mejor.

En una cacerola se ponen otras lonjas de tocino y ternera, se coloca allí el faisán, se agrega vino de Málaga y cuece a fuego lento; la salsa se espesa con castañas asadas y machacadas, adornando la fuente con rebanadas de criadilla.

Ya comenzaba á gozar un poco el de Madrid entre los episodios de la deshoja, y una prueba de ello es que permaneció observándolo todo, sentado sobre un arcón viejo, hasta que muy avanzada la noche se presentaron los criados de don Silvestre á la puerta de la bodega, llevando con mucho pulso, entre los dos, una caldera llena de castañas, é inmediatamente detrás el ama de llaves con el jarro del vino, un vaso para escanciarle y otro jarro más pequeño para repartir las castañas.

Detúvose el grupo; el gaitero, vestido de pana azul, en actitud de cansancio, dejando desinflarse la gaita, cuyo punteiro caía sobre los rojos flecos del roncón, se limpiaba la frente sudorosa con un pañuelo de seda, y los reflejos de la paja ardiendo y de las luces que alumbraban la casa del cura permitían distinguir su cara guapota, de correctas facciones, realzada por arrogantes patillas castañas.

Algunas aristócratas del comercio pregonaban a gañote tendido «agua y azucarillos, bellotas como castañas, chufas, cacahuetes», y algunos otros artículos de entretenimiento, para los estómagos desocupados.

Los que no tenemos dientes hemos de abstenernos de muchas cosas; muchas gracias si uno puede comer sopas de ajos y tiene con qué pagarlas.... Algo he comprado: unas pocas castañas y nueces; pero no para , son para Vicenta, que aunque ya es vieja tiene una dentadura envidiable. Poquita cosa. Ya ves ... para y la criada poco necesitarnos.

FAISÁN. Se limpia y prepara el faisán como todas las aves; se sazonan con sal y se fríen en manteca unas criadillas, se pican después de fritas y se agregan castañas asadas; con ese picadillo se rellena el faisán y se le cubre con lonjas de tocino y ternera.