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Actualizado: 23 de octubre de 2025
De ahí lo llevaron á la plaza del castillo, donde pasaba el Visorrey, haciéndole guardia hasta el día, para que le vieran los que salían y entraban. Esto indinó muy mucho la gente de guerra, por lo que sucedieron muertes y se vinieron á poner carteles, sin que se hiciese castigo ni demostración dello.
Sólo bajo la monarquía de merengue que se va derritiendo y consumiendo al calor de la revolución podía ser representable el drama que anunciaban los carteles del coliseo marinedino, Valencianos con honra.
Y estando así juntos y congregados, reflexionaron que, sin embargo de haberse fijado carteles, citando á los Señores Vocales del Congreso general del dia de ayer, para que hoy á las tres de la tarde concurriesen á firmar la acta, no convenia por las ocurrencias que han sobrevenido el que se hiciese nueva reunion de concurrentes, ni se consideraba necesaria para el fin indicado, supuesto que en el Congreso de ayer se recogieron los votos rubricados, y se publicaron todos, cada uno en el acto mismo de haberse dado.
Vais á juzgar dijo el rey continuando la lectura : «pero lo que no conseguiríais del duque de Lerma ni de la camarera mayor...» ¡Oh, Dios mío! exclamó la duquesa : perdóneme vuestra majestad si le interrumpo, pero... me parece que el que ha escrito esta carta me cuenta entre el número de los traidores. ¿Quién dice eso? y aunque lo dijesen, ¿creéis que yo me dejaría llevar de carteles misteriosos?
Llegó el sábado; fijáronse en las esquinas los carteles teatrales, leyolos, calculó cuál sería la función más larga, y vio que en la Zarzuela representaban un melodrama en cinco actos, seguido de sainete; es decir, cinco entreactos, que era lo que a él le interesaba.
Como llegué á las galeras, envié un soldado que fuese á nado al fuerte para que diese aviso que yo estaba allí, y escribí al Contador Juan del Arcón que hablase á los capitanes y de mi parte les dijese que yo estaba en las galeras y que les rogaba se entretuviesen sin rendirse hasta que yo fuese, que lo haría en cresciendo la mar; y aunque es bien verdad que era imposible tenerse el fuerte y dejarse de perder aquel día ó el otro á más tardar, tengo con mucha razón queja de algunos capitanes que, no observando mi orden y sin darme parte, ni á algunos de los capitanes que estaban en el fuerte, no solamente eligieron y nombraron por Gobernador para que rindiese el fuerte al Capitán Rodrigo Zapata, que al presente está en esta corte, y él lo aceptó, pero aun por su orden, como paresce por unos carteles que el Capitán Juan de Zayas le ha puesto.
Nos le dejará. ¿Acaso piensas tú que yo soy tirano y perverso, como creen los tontos y algunos perdidos, malos pagadores?... Si uno se descuida, le forman la reputación más perra del mundo.... Pero Dios sabe la verdad.... Si he hecho ó no he hecho caridades en estos días, eso no es cuenta de nadie: no me gusta que me averigüen y pongan en carteles mis buenas acciones.... Reza tú también, reza mucho hasta que se te seque la boca, que tú debes de ser allá muy bien mirada, porque en tu vida has tenido una peseta.... Yo me vuelvo loco, y me pregunto qué culpa tengo yo de haber ganado algunos jeringados reales.... ¡Ay, tía Roma, si vieras cómo tengo mi alma!
Tan grande fué el terror que el famoso bandido llegó a inspirar, que los más poderosos hacendados, para verse libres de un ataque, se hicieron sus feudatarios, pagándole cada mes una contribución en dinero y víveres para sostenimiento de la banda. En vano mandó el virrey colocar en los caminos postes con carteles ofreciendo cuatro mil pesos por la cabeza del Rey del Monte.
Trescientos cuarenta y un caballeros tenemos hoy en Burdeos, y ya se han recibido trescientos cuarenta carteles aceptando el reto. El único que falta es el de Sir Mauricio de Ravens, á quien la gota tiene clavado en el lecho.
Me levanto: me he retirado de la redacción a las dos de la madrugada; es preciso salir... Las calles están desiertas; pasa de cuando en cuando un obrero, con blusa azul, cabizbajo, presuroso, las manos en los bolsillos, liada la cara en bufanda recia; pasa una moza con el mantón subido, pálida, ornados los ojos de anchas ojeras lívidas; pasa un muchacho con un enorme fajo de carteles bajo el brazo.
Palabra del Dia
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