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Para ello necesitan bueyes, y la carne fresca les sería muy provechosa y barata.

Navegando siempre rio arriba, á las cinco leguas llegamos á un pueblezuelo, cuyos indios trageron carne, gallinas, ganzos, ovejas y avestruces; y llegando al último pueblo de los Cários, llamado Itatin, distante 80 leguas de la Asumpcion, nos dieron sus indios bastimentos y otras cosas con que nos socorrimos. Del monte de San Fernando y Peyaguás.

HUEVOS RELLENOS. Después de cocidos se sacan, pelan y parten por la mitad a lo largo; se sacan las yemas y se aplastan bien en el mortero; se reúnen con un picadillo de carne, lomo y jamón; se rellenan las claras, se rebozan en miga de pan y huevo batido, se fríen en aceite o manteca muy caliente, y se sirven con una salsa de tomate.

Así, poco a poco, vino organizándose la concepción de una voluntad previa, como antecedente del mundo real y un mundo imaginario para la vida imaginaria, con su correspondiente regidor y juez supremo, con su corte celestial y sus gehennas y su portero perpetuo, y, poseídos de incurable terror ante el factor universal de la vida y la muerte, de las plagas, las pestes, los terremotos y las tempestades, los hacedores de dioses no volvieron a tenerlas todas consigo, ni aun cuando discurrieron apaciguarlos con sacrificios humanos en un principio, principalmente primogénitos, niños inocentes y doncellas, y finalmente con el sacrificio parcial de la circuncisión, sustituida entre los cristianos por el bautismo; con sacrificios de animales más adelante, de preferencia corderos, palomas y toros célibes; con sacrificios de dinero y alhajas, en último resorte, como se estila ahora; ni aún sacrificándolo él mismo a él mismo el sacrificio máximo esto es, comiéndoselo en persona, desde luego, para tenerlo adentro en manera de específico deificante y depurante de maldades y pecados, como lo practican actualmente los ainos de la isla de Sakalín, cuyo Dios anual es un oso cazado cachorro en el bosque, criado con golosinas, mimado y venerado, y al fin muerto, descuartizado, distribuido y comido solemnemente en la gran fiesta religiosa; comiéndoselo, más tarde, en la persona de un vicario consagrado anualmente, como lo practicaban todavía los mejicanos en la época del descubrimiento de América; y, finalmente, en el canibalismo simbólico de la misa, según la forma copiada del culto de Mitra, en el pan y el vino de la eucaristía transubstanciados por ceremonias mágicas en la carne y la sangre del hijo de Dios sacrificado a Dios última expresión del cordero pascual y del inocente chivo emisario, encargado de llevarse al desierto los pecados de los hombres y expiarlos con sus propias penurias y tribulaciones.

Nos vendrá al pelo porque ¡hace tanto tiempo que no comemos carne fresca!

Cuando en un prado hay muchas flores es porque allá... en tiempos de atrás, enterraron en él muchos difuntos. No, no replicó Pablo con seriedad . No creas desatinos. Nuestra religión nos enseña que el espíritu se separa de la carne y que la vida mortal se acaba. Lo que se entierra, Nela, no es más que un despojo, un barro inservible que no puede pensar, ni sentir, ni tampoco ver.

Desgraciadamente el asado había sido colocado en la extremidad del gancho, como para impedir que se fuera a quemar durante la ausencia del dueño. «¿De modo que este viejo tonto de ojos saltones se permite cenar carne? pensó Dunstan . Siempre se había dicho que vivía de pan duro, para ponerle freno a su apetito.

La porquería y el aguardiente la iban barrenando la carne, según decía Coleta al insultarla en plena embriaguez con el apodo de Borracha. No están en casa, señor Isidro dijo con hipócrita mansedumbre . El Mosco se fue esta mañana con el señor Manolo, llevando las jaulas y la red. Han ido a pájaros. La chica, la Feliciana, va de máscara.

El balor, muy semejante á la torcaz de España. La tórtola, bato-bato munti y otras, todas de muy variados colores, desde el blanco ceniciento al negro; son de carne blanca, muy agradable al paladar. El calao, del orden de los páseres, es uno de los animales más raros que se encuentran en Mindanao.

Pero eran caimanes tan inexpertos y tiernos como él. Los temibles son los viejos, á los que llaman «cebados» por haber comido carne de hombre. Así que la prueban una vez, quedan aficionados á ella para siempre, ¡y este «Abuelo» llevaba pasadas por su estómago tantas generaciones humanas!...