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Actualizado: 1 de noviembre de 2025
Apolonio por algo es a nativitate autor dramático supone que la dilección o preferencia de los dioses por algunas criaturas mortales se acredita mediante un estigma o tara original, y que los verdaderos héroes en la tragedia de la vida humana sufren y ostentan cuándo una, cuándo otra enfermedad o adolescencia de la carne, como marca sagrada que distingue al protagonista entre la plebeyez del coro.
Quieren, como el cocinero Que en su oficio mas mirase, Que se ase y no se abrase La carne de aquel cordero. Sube el humo al ayre vano, Y á veces le dá en los ojos, Quema el fuego los despojos Que le vienen á la mano. Vase arrugando el vestido Con el calor violento, Y el fuego poco contento Busca lo mas escondido.
Allá las ollas podridas para los canónigos, o para los retores de colegios, o para las bodas labradorescas, y déjennos libres las mesas de los gobernadores, donde ha de asistir todo primor y toda atildadura; y la razón es porque siempre y a doquiera y de quienquiera son más estimadas las medicinas simples que las compuestas, porque en las simples no se puede errar y en las compuestas sí, alterando la cantidad de las cosas de que son compuestas; mas lo que yo sé que ha de comer el señor gobernador ahora, para conservar su salud y corroborarla, es un ciento de cañutillos de suplicaciones y unas tajadicas subtiles de carne de membrillo, que le asienten el estómago y le ayuden a la digestión.
Ahora come la carne asada con cuchara.... Es un entremés, Julián. Cualquier día me estropea la chiquilla. El capellán perfeccionaba sus nociones del arte de tener un chico en brazos sin que llore ni rabie.
Había que ocuparse ahora de los pies, y despojó al lidiador de sus calcetines, dejándole sin más ropas que una camiseta y unos calzones de punto de seda. La recia musculatura de Gallardo marcábase bajo estas ropas con vigorosas hinchazones. Una oquedad en un muslo delataba la profunda cicatriz, la carne desaparecida bajo una cornada.
«¡Esta sí que era resolución firme! Iba a ser buena, buena, de Dios, sólo de Dios; ya lo vería el Magistral. Y él, don Fermín, sería su maestro vivo, de carne y hueso; pero además tendría otro; la santa doctora, la divina Teresa de Jesús... que estaba allí, junto a su cabecera esperándola amorosa, para entregarle los tesoros de su espíritu».
Por último, vino el juez de primera instancia acompañado de la Guardia civil; y así y todo costó Dios y ayuda deshacer aquella maraña de carne, y apaciguar las olas de aquel mar encrespado por primera vez en cuanto alcanzaba la memoria de los más viejos de la villa.
Resumen; la ciencia ofrece la salud de Rosita con aires de aldea, allá junto al mar; vida alegre, buenos alimentos, carne y leche sobre todo... sin esto... no respondo de nada.
Se adivinaban debajo de ella los relieves y el calor perfumado de la carne, sin velos interiores. Miguel miró su smoking y su brillante pechera como si hubiese cometido una falta.
Primera: porque hay cosas que son como la carne que está podrida; tienen un olor que las denuncia. Yo veia lo que me iba á suceder en el gracioso restaurant Champeaux. Segunda: porque no queria ser servido por caballeros de frac negro, corbata blanca y cabellos de dama galante.
Palabra del Dia
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