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Como duermen de los mares los monstruos en el abismo deja dormir mis pesares, mis caprichos, mis cantares, sepultados en mismo. Yo bien que tus favores sólo puedes prodigar en esa edad de las flores, de los primeros amores sin nubes y sin pesar. Muchos años han pasado desde que con beso ardiente has abrasado mi frente... Aquel beso se ha enfriado y hasta lo tengo olvidado.

Cruzo la senda Sola y oscura, Dame un destello De tu alba luz. Soy árbol mustio, Quiero frescura, Soy desgraciado, Quiero ventura... Dámela . Como se ve, son simples cantares populares, ecos melancólicos y tristes, como si ese tinte del espíritu fuera el único rasgo que identifica a la especie humana bajo todos los climas y en todas las latitudes.

V. á Sánchez, ed. de París, pág. 418. «Fise muchas cántigas de danza é troteras Para jodías et moras, é para entendederas. Para en instrumentos de comunales maneras, El cantar que no sabes, oílo a cantaderas. Cantares fis algunos de los que disen los ciegos, Et para escolares que andan nocherniegos, Cazurros e de bulras, non cabrían en diez pliegosConsúltese á Fern.

Varios músicos, vestidos como dicen que se visten los Gandarbas o músicos del cielo de Indra, acompañaban la danza con arpas, flautas y violines, y con eróticos cantares. Poldy quedó deslumbrada al contemplar todo esto y formó el concepto más alto del esplendor y de la riqueza del señor indio. De su traza personal es de lo que aquella fotografía no le daba idea completamente satisfactoria.

Como el año ha sido bueno, la procesión no deja nada que desear en punto á brincos, cohetes, vivas, cantares, piporrazos, aleluyas, flores, ramos, tortas, plegarias. Por la tarde, algunas cabezas dan en el suelo ó se estrellan contra la esquina. Es el alcohol que sube al pulpito.

En esa triste y yerma sepultura Entonad los cantares de la gloria, Ensalzad el martirio y la bravura Y volad en seguida á la victoria A recoger laureles inmortales, Cantando con denuedo: «Oid mortales

¡Cuan hermoso es el Sol cuando la frente de entre nubes alzando esplendorosa baña la tierra con su luz fulgente, perfume embriagador presta a la rosa, murmurios al mar, perlas al río, al pájaro cantares de alegría, los colores del iris al rocío, rumor a la cascada y armonía!

De los lejanos ranchos venían los cantares de los peones que preparaban su cena. Era la época de la siega, y grandes bandas de emigrantes se alojaban en la estancia para el trabajo extraordinario. Madariaga había conocido días tristes de guerras y violencias. Se acordaba de los últimos años de la tiranía de Rosas, presenciados por él al llegar al país.

Así encuentro yo que en las guajiras y en otros cantares y músicas de la isla de Cuba, en los de los minstrels de los Estados Unidos y en los cantos y bailes populares del Brasil, hay un fondo idéntico que les da singular carácter, y que proviene de la inspiración musical de la raza camítica.

No suenan en mi oido las dulces vidalitas Que en medio de la noche modula el tucumano, Ni los sentidos Tristes que repite el riojano, Ni el alegre cielito que el porteño hace oir; Cantares de mi patria, al abrir yo mis ojos Susurrabais suaves á la par de mi cuna, Y vuestro éco inefable en las noches de luna Es música del alma que el alma sabe oir.