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Actualizado: 16 de septiembre de 2025


Pues nosotros, insistió el mayor de los niños, aprendemos á manejar el arco para matar escoceses, y no franceses ni españoles, porque aquéllos fueron los que cortaron los dedos á nuestro padre, para que no pudiera volver á manejar su arco. Muy cierto es eso, dijo una voz sonora detrás de los caminantes.

Nácar de luna que en los cielos, riela, oriflama brillante sobre el mar, nieve en la cima que el calor deshiela, pebetero encendido ante el altar, presto a los caminantes mi consuelo, acompañando a y a Caridad; las tres llevamos por camino el cielo, formando una gloriosa trinidad.

La primera jornada de nuestros dos caminantes fué bastante agradable, llevados en alas de la idea de encontrarse posesores de mayores tesoros que quantos en Asia, Europa y Africa se podian reunir. El enamorado Candido grabó el nombre de Cunegunda en las cortezas de los árboles.

Todos quantos caminantes topaba Candido en los mesones le decian: Vamos á Paris. Este general prurito le inspiró al fin deseos de ver esta capital, en lo qual no se desviaba mucho de la dirección de Venecia. Entró por el arrabal de San Marcelo, y creyó que estaba en la mas sucia aldea de Vesfalia.

En esto, Cortado y Rincón se dieron tan buena maña en servir a los caminantes, que lo más del camino los llevaban a las ancas; y aunque se les ofrecían algunas ocasiones de tentar las valijas de sus medios amos, no las admitieron, por no perder la ocasión tan buena del viaje de Sevilla, donde ellos tenían grande deseo de verse.

De tarde en tarde subía el zanjón y los caminantes subían con él. Bastaba un pequeño esfuerzo para ver por encima de los montones de tierra. Pero lo que veían eran campos incultos, alambrados con postes en cruz, el mismo aspecto de llanura que descansa, falta de habitantes.

Todo fué uno el pronunciar estas palabras, y volar gritando: Plaza, plaza al reverendo padre coronel. Donde se da cuenta de los sucesos de nuestros dos caminantes con dos muchachas, dos ximios, y los salvages llamados Orejones. Ya habian pasado las barreras Candido y su criado, y todavía ninguno en el campo sabia la muerte del jesuita tudeseo.

7 He aquí, que sus embajadores darán voces afuera, los mensajeros de paz llorarán amargamente. 8 Las calzadas serán deshechas; cesaron los caminantes; anuló la alianza, aborreció las ciudades, tuvo en nada los hombres. 9 Se enlutó, enfermó la tierra; el Líbano se avergonzó, y fue cortado; Sarón fue tornado como desierto.

Pedía en ella a Dios lluvia para los campos, fecundidad para los ganados, paz para la República, seguridad para los caminantes... Yo soy muy propenso a llorar, y aquella vez lloré hasta sollozar, porque el sentimiento religioso se había despertado en mi alma con exaltación y como una sensación desconocida, porque nunca he visto escena más religiosa; creía estar en los tiempos de Abraham, en su presencia, en la de Dios y de la naturaleza que lo revela; la voz de aquel hombre candoroso e inocente me hacía vibrar todas las fibras y me penetraba hasta la medula de los huesos.

2 ¡Oh, quién me diese en el desierto un mesón de caminantes, para que dejase mi pueblo, y de ellos me apartase! 3 E hicieron que su lengua, como su arco, tirase mentira; y no se fortalecieron por verdad en la tierra; porque de mal en mal procedieron, y me han desconocido, dijo el SE

Palabra del Dia

passaro

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