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Actualizado: 18 de junio de 2025
Procuraba el bueno de Frasquito tranquilizarla, pero inútilmente. Y el desteñido viejo tenía que callarse cuando su paisana le decía: «¡Pero si nunca ha pasado esto; nunca, querido Ponte! Ni una sola vez ha faltado de casa en tantísimos años».
Como, al llegar aquí, me pareciera el médico dispuesto a callarse, por su natural modesto y reservado, y a mí me fuera gustando mucho su palabra, tan fácil como sobria, preguntéle, antes que el hornillo de su entusiasmo comenzara a entibiarse, qué cosas eran aquellas que podían verse y admirarse por el hombre culto en sus relativas intimidades con el aldeano.
No le fue difícil llegar al despacho del señor Director. Al verle y darse a conocer y preguntar por el Sr. Rufete, se le vinieron tantas lágrimas a los ojos y la garganta se le obstruyó de tal modo, que tuvo que callarse. El Director, hombre compasivo, la mandó sentar, rogándole que se calmase.
El amante, misteriosamente amado por Trini, sabe que ella le ama, y sabe su deshonra y quién ha sido la causa de ella, todo por una involuntaria revelación de la misma Trini, la cual estaba decidida a callarse, aunque la matase el silencio, para no ocasionar una lucha sangrienta entre los dos rivales, valerosos y poco sufridos ambos.
Pero era curiosa, y abrió las orejas cuanto pudo, a fin de no perder sílaba de una lectura tan poco común. Qué asombrados se quedarían los aiglemonteses si tuvieran noticias de una correspondencia escandalosa como ésta... dijo, todavía, antes de callarse definitivamente. Se trata de un secreto entre nosotras hizo observar la de Ribert, y cuento con la discreción de usted, Francisca.
Voy á contarlo mas que se ponga colorao... porque sí... porque las cosas buenas deben decirse y las malas callarse... Han de saber ustedes que ése y yo hemos estado anoche en la Palma de Londillo á comer un guiso de almejas y unas aceitunas... ¡Vaya una noticia de importancia! dirán ustedes... Ya lo sé que nada tiene de particular; pero vamos al caso. El caso fué que nos marchamos sin pagar.
La tripulación se compone de veintiséis hombres. La arboladura tiene dos palos, lo que permite servirse de las velas y ahorrar el carbón... Y hasta hay á bordo cuatro buenos cañones, añadió Marenval, que parecía decidido á hablar siempre que debía callarse. ¿Y qué piensan ustedes hacer con esa artillería? dijo una voz burlona. ¿Van ustedes á bombardear Malta ó á tomar Trípoli?
Pero el mozo no podía callarse, y con la tenacidad de los enamorados volvió a hablar a María de la Luz de sus primeras angustias, cuando se dio cuenta de que estaba enamorado de ella. La primera vez que supo que la amaba fue en Semana Santa, durante la procesión del Entierro.
Aquellos ojos que se burlaban de él trastornaban todas sus ideas. Quiso acabar; callarse pronto: cada minuto le parecía un suplicio; creía oír los mudos chistes que aquella boca estaría haciendo a costa suya. Miró otra vez el reloj; con quince minutos más redondeaba el discurso.
En tanto, mientras el pueblo filipino no tenga suficiente energía para proclamar, alta la frente y desnudo el pecho, su derecho á la vida social y garantirlo con su sacrificio, con su sangre misma; mientras veamos á nuestros paisanos, en la vida privada sentir vergüenzas dentro de sí, oir rugiendo la voz de la conciencia que se rebela y protesta, y en la vida pública callarse, hacer coro al que abusa para burlarse del abusado; mientras los veamos encerrarse en su egoismo y alabar con forzada sonrisa los actos más inícuos, mendigando con los ojos una parte del botin, ¿á qué darles libertad?
Palabra del Dia
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