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Actualizado: 18 de junio de 2025


Contó también que el tendero murciano y su mujer, con más impaciente furia, no se conformaban con callarse sin delatar a Antoñuelo y sin enviarle a presidio, si no se les devolvían en el término de tres días los ocho mil reales que no habían recobrado y que el cómplice de Antoñuelo se había llevado consigo.

Al oírlas, un relámpago glacial le corría por todo el espinazo, y sentía que las insinuaciones de su compañera concordaban con sentimientos que ella tenía muy guardados, como se guardan las armas peligrosas. vii Sorprendidas por una monja en esta sabrosa conversación que las hacía desmayar en el trabajo, tuvieron que callarse.

Era el único pigmeo que hablaba correctamente el inglés y con el que podía conversar sin esfuerzo alguno. Los otros personajes, así los universitarios como los pertenecientes al gobierno, conocían su idioma como se conoce una lengua muerta. Podían leerlo con más ó menos errores; pero, cuando pretendían hablarlo, balbuceaban á las pocas frases, acabando por callarse.

Era que se oía en la calle fuerte ruido de voces, el cual creció formando gran algazara. Muchísimos se levantaron y salieron. El auditorio empezó á disminuir, y al fin disminuyó de tal modo, que el orador no tuvo más remedio que callarse. Estas querían satisfacer la curiosidad, y acompañadas del mismo Galiano, salieron también.

De buena gana hubiese exclamado: «¡Qué ha de ser mi gusto! ¡Mi gusto sería pedir la absoluta en este momento, y quedarme aquí para siempre y vivir tranquilamente al lado de ustedes; ¡de ustedes, que son las personas a quienes más amo en este mundoPero tuvo la flaqueza de callarse, y estas flaquezas suelen costar muy caras en la vida. ¿Y cuándo piensas irte? preguntó el caballero. Mañana mismo.

Hasta el conde está borracho; borracho también ese jefe que hablaba con usted, y los demás. Algunos de ellos bailan medio desnudos. Deseaba callarse ciertos detalles, pero su verbosidad femenil saltó por encima de estos propósitos discretos. Algunos oficiales jóvenes se habían disfrazado con sombreros y vestidos de las señoras y danzaban dando gritos é imitando los contoneos femeniles.

No te cuento diversos hechos de mi vida, atañederos a esto del prójimo como a ti mismo, por no caer en el feo pecado de la propia alabanza y por temor de causar envidia a tus rifas y a tus bailoteos filantrópicos. Quédese esto aquí. Cuéntalos, cuéntalos otra vez, Teodoro. No, no... todo eso debe callarse; así lo manda la modestia.

Quiso hablar, pero había prometido callarse. Su justificación le subía á los labios y su corazón estaba lleno de pena viendo después de dos años, adelgazada y abatida por el dolor, á la que había conocido risueña, y dichosa. Le parecía más hermosa en el dolor que en la alegría. Su cara había tomado un carácter de nobleza y de altivez en vez de su antigua expresión de discuido y de candor.

Cabesang Andang seguía sus lamentaciones. Ella no le pedía que se declarase partidario de los frailes, ella tampoco lo era; bastante sabía que por uno bueno hay diez malos que sacan el dinero de los pobres y envían al destierro á los ricos. Pero uno debe callarse, sufrir y aguantar; no hay más remedio.

Las de Consejero y el P. Norberto no se prolongaban mucho tiempo, porque éste, hombre de buena pasta, flemático, concluía por callarse alzando los hombros con resignación y sacudiendo al mismo tiempo la cabeza en señal de muda protesta. Las que se eternizaban eran las de Consejero con D. Martín, siendo ambos a cual más irascible y tozudo.

Palabra del Dia

irrascible

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