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Actualizado: 10 de julio de 2025
El señor Tragomer, en cambio, estaba como loco y no acertaba á pronunciar palabra. El Señor Maugirón lloraba á lágrima viva. Todos habían perdido la cabeza menos el señor de Sorege que conservaba toda la suya. Me pidió las llaves y estuvo largo rato registrando los cajones del señorito. Pero el comisario de policía había registrado ya y no había nada que encontrar.
Sin contar las mesadas que del Estado cobraba, las ricas vestiduras de que estaban atestados sus cajones, y los vaso y alhajas de metales preciosos, las gentes señalaban en los alrededores de la ciudad alguna finca, escondida entre macizos de árboles, donde Su Ilustrísima podía, como en cosa propia, hacer lo que mejor le pareciese.
Ha insultado usted á un jefe dijo el suboficial rudamente , y es indudable que lo fusilarán al amanecer... Su única salvación consiste en que siga la fiesta y le olviden. Como la puerta estaba rota, lo mismo que todas las del castillo, hizo colocar ante ella un montón de muebles y cajones. Don Marcelo pasó el resto de la noche atormentado por el frío.
Ricardo sintió cierta emoción al entrar en el cuarto de su amada, que no pasó inadvertida para Marta. Quedose grave y silencioso, y se puso a examinar con afán cuanto allí había, moviendo los objetos, destapando los frascos y hasta abriendo los cajones; de tal suerte que la niña se vio obligada a decirle: No enredes, Ricardo... Cuando venga María y vea sus cosas revueltas se va a enfadar.
Emplean los indios la corteza de este árbol para hacerse camisas; y de sus raices chatas, las que se encuentran divididas en láminas verticales, se sacan tablas naturalmente recortadas que sirven para hacer los cajones en que se espiden las mercancias de la propiedad del Estado.
Si los establecimientos para remojarse los sevillanos tenían, pues, verdadera importancia, no era menor la que tenían las vallas y cajones que de antiguo se colocaban en el río y los cuales constituían una de las mayores distracciones de nuestros paisanos en los meses caniculares.
Pues bien, Vauberger, voy á decírtelo todo, lo he seguido, lo he espiado, y luego lo he hecho espiar por Eduardo: ¡y bien! estoy segura que no ha almorzado esta mañana, y como he registrado todos sus bolsillos y cajones y no le queda en ellos un céntimo, estoy muy cierta que no habrá aún comido, pues es demasiado orgulloso para mendigar... ¡Tanto peor para él!
Entraban con las manos vacías y surgían cargados de muebles y ropas. Otros, desde los pisos superiores, arrojaban objetos, acompañando sus envíos con bromas y carcajadas. De pronto tenían que salir huyendo. El incendio estallaba instantáneamente, con la violencia y la rapidez de una explosión. Seguía los pasos de un grupo de hombres que llevaban cajones y cilindros de metal.
Si no me sirve... También le traeré el fichú con cinta de terciopelo verde y un casquete de fieltro para que usted se lo arregle fácilmente. Para baños, delicioso. Le mandaré igualmente flores, plumas, aigrettes... Tengo seis cajones llenos de estas cosas... Hoy me llevó la modista la bata grosella... ¿Sabe usted que no me va muy bien?
Los cajones y vallas se situaban en los Humeros, en la Macarena y la Barqueta, al pie del puente de barcas, delante del colegio de San Telmo y en la orilla de Triana, frente al convento de los Remedios.
Palabra del Dia
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