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Actualizado: 4 de junio de 2025
Representáronse también otras piezas suyas en el reinado de D. Manuel, aunque el período más brillante de su vida poética caiga en el de Juan III, tan aficionado á los dramas de Gil Vicente, que representó en algunos ciertos papeles. La fama del poeta voló por el extranjero, y Erasmo de Rotterdam aprendió el portugués, sólo con el objeto de leer en su lengua las obras de Gil Vicente.
4 que gobierne bien su casa, que tenga sus hijos en sujeción con toda integridad 6 no un neófito, para que inflándose no caiga en juicio del diablo. 7 También conviene que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en vergüenza y en lazo del diablo. 8 Los diáconos asimismo, honestos, no de dos lenguas, no dados a mucho vino, no amadores de ganancias deshonestas;
Intentar la más pequeña intrusión en su provincialismo y lo veréis agruparse y fundirse en su idea marchando á su objeto, cueste lo que cueste, y caiga el que cayere. Ni el tiempo, ni el arraigo, ni los lazos del parentesco, ni los del amor dan carta de naturaleza en Tayabas. Para ser tayabense es preciso haber nacido allí, y todos los que no estén en ese caso son conceptuados como extranjeros.
Pero no se dirá, mientras viva yo, que usted ha salido de casa de su esposa santa y legítima para entrar en la de su antigua amante. Ya sé que usted no la ama ya, pero tampoco la desprecia lo bastante para que yo le crea curado. Esa Chermidy le ha tenido tres años en sus garras; no quiero exponerle a que caiga de nuevo en ellas. No diga usted que no con la cabeza.
He respetado mi juramento hasta ahora como buen cristiano, pero también he jurado seguir al miserable hasta que caiga rendido y matarlo como un perro, tan luego se le escape de las manos la santa cruz que aun le protege.
Pero veis cómo el piadoso cielo socorre en las mayores necesidades, pues llega don Gaiferos, y, sin mirar si se rasgará o no el rico faldellín, ase della, y mal su grado la hace bajar al suelo, y luego, de un brinco, la pone sobre las ancas de su caballo, a horcajadas como hombre, y la manda que se tenga fuertemente y le eche los brazos por las espaldas, de modo que los cruce en el pecho, porque no se caiga, a causa que no estaba la señora Melisendra acostumbrada a semejantes caballerías.
Ya le obsequiaremos cuando nos caiga la lotería, pues de hoy no pasa que busque yo quien me ceda una peseta en un décimo de los de a tres. Bueno, bueno: anda con Dios». Y se fue la señora a platicar con Frasquito, que animado y locuaz estaba.
Todos os pasaríais al partido de los pobres. ¡Vivan los pobres! digo yo, y caiga el que caiga. ¡Abajo los ladrones!... Puño, vienen más coches, todos con tías brujas o con mozas guapas muy tiesas. Ya, ya; ¿sombrillita para que el sol no les queme las caras?
22 Por tanto, así dijo el Señor DIOS: Heme aquí contra Faraón rey de Egipto, y quebraré sus brazos, el fuerte y el fracturado, y haré que la espada se le caiga de la mano. 23 Y esparciré los egipcios entre los gentiles, y los aventaré por las tierras.
Jóven, en cuyas manos caiga por casualidad este libro, cree lo que te dice un hombre que tiene ya canas, que comprende algo de los achaques de la vida, algo de los achaques de la mujer, y que sin conocerte, desea verdaderamente tu felicidad, como desea la felicidad de todo el mundo: no te dejes llevar de reflejos que lucen por fuera; no ahogues tu alma, no ahogues tu corazon, no ahogues un deseo que te ha dado el que creó el sol y las estrellas; no ahogues el encanto que te ha dado Dios, el encanto que está en tí misma, que va contigo; no ahogues esa virtud divina dentro de una hojuela dorada, de un lazo encarnado, de un prisma azul ó verde.
Palabra del Dia
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