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Actualizado: 17 de junio de 2025
Pero vengan acá y díganme: ¿Para qué es eso de estarse arrojando balas y más balas, sin más ni más, puestos sobre cuatro tablas que, si se quiebran, arrojan al mar centenares de infelices? ¿No es esto tentar a Dios? ¡Y estos hombres se vuelven locos cuando oyen un cañonazo! ¡Bonita gracia!
Sí, capitán, muerta, muerta por una bala que ha entrado por debajo de la línea de flotación; y lo más raro es que el cuerpo de la señora ha tapado justamente el agujero que el cañonazo había hecho, sin lo cual el agua hubiese entrado y el brick se habría ido a pique. De todos modos, la señora ha salvado a El Gavilán, y vale más eso que...
La desdichada se empeña con toda la energía de su alma en dominar su inclinación, declarando á Don Alvaro, con fingida frialdad, que se casó con su esposo por deber y por amor. Durante esta entrevista se oye un cañonazo: es la señal que anuncia la partida de Don Juan; Serafina se apresura á acompañarlo á su patria, y Don Alvaro se queda en Gaeta sin esperanza.
Era un público nervioso, discutidor, irascible, que perdía con facilidad sus buenas maneras por un simple incidente. La acometividad de los lejanos combates se esparcía como un soplo feroz en torno de las mesas; las mujeres tenían ademanes belicosos. Cada cañonazo contra el lejano París parecía aumentar el arroyo de dinero que chorreaba sobre Monte-Carlo.
Para esto fué preciso abrir la ventana: en el momento que lo hice, aunque abrigado por ella, sentíme como envuelto en un torbellino, medio ensordecido por la horrible fuerza de un ruido parecido á un cañonazo, á varios cañonazos que sin interrupción hubiesen disparado en mis oídos.
Pero aún quedaba mucho día, y corriendo a lo largo de la costa era indudable que nos pillarían antes del anochecer. El patrón manejaba la barra con el cuidado de quien tiene toda su fortuna pendiente de una mala virada. Una nubecilla blanca se desprendió del vapor y oímos el estampido de un cañonazo.
Se aproximó á un grupo, en el centro del cual un hombre joven, descalzo, con pantalones elegantes y la camisa abierta de pecho, hablaba y hablaba, arropándose de vez en cuando en una manta que habían puesto sobre sus hombros. Describía con una mezcla de italiano y francés la pérdida del Californian. Este pasajero había despertado al oír el primer cañonazo del sumergible contra el vapor.
Nuestros destacamentos habían divisado las columnas avanzadas del general Vedel, que venía de Guarromán en auxilio de Dupont, y, a poca distancia ya, un cañonazo nos anunció la presencia de un nuevo enemigo. ¡Ay! ¡Si Vedel hubiese llegado un momento antes, poniéndonos entre dos fuegos!
No la dulcificó el viejo marinero cuando la sardinera volvió á encararse con él; antes bien, cargó de nubes el ya tempestuoso cariz de su entrecejo, y por toda respuesta á tantas preguntas y declamaciones, largó á su vecina, á quemarropa, con la voz de un cañonazo, esta sola palabra: ¡Bribona!
En aquel momento un golpe terrible sacudió los parapetos de arriba abajo: oyose una voz ronca que gritaba: «¡Ay, Dios mío!» Luego, un ruido sordo a unos cien pasos de distancia, y un abeto se inclinó lentamente y cayó al abismo. Eran los efectos del primer cañonazo; había cortado las piernas al anciano Rochart.
Palabra del Dia
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