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Actualizado: 17 de junio de 2025


Isagani así sorprendido, respondió por una violenta parada como un aprendiz que se defiende: ¡Que ustedes cumplan con su deber! dijo. Fr. Fernandez se enderezó: la respuesta le sonó á cañonazo. ¡Que cumplamos con nuestro deber! repitió irguiéndose; pues ¿no cumplimos con nuestro deber? ¿qué deberes nos asignan ustedes?

A pesar del distinto temple moral de aquellos hombres, creo que en los solemnes momentos que precedieron al primer cañonazo, la idea de Dios estaba en todas las cabezas. Por lo que a toca, en toda la vida ha experimentado mi alma sensaciones iguales a las de aquel momento.

Establece entonces un sistema de tal esclavitud en aquellos pueblos soberanos, que los más altivos gobernadores sirven apenas para verdugos... Se vivía entre pavores, y cuando sonaba un cañonazo en Palermo, los hombres que recorrían las calles de esta ciudad se paraban temblando, como si fueran un peso inútil sobre la tierra".

Espió con paciencia algunos días la ocasión; se mostró más afable y condescendiente que nunca, y al cabo, cuando aquélla se le ofreció oportuna, dió fuego á la mecha y disparó el tremendo cañonazo con que esperaba amedrentar al enemigo y alcanzar de nuevo la cumbre del poder. Era día de toros.

¡Estése usted preparado! le dijo Simoun. ¡Siempre lo estoy! ¡Para la semana que viene! ¿Ya? ¡Al primer cañonazo! Y se alejó seguido de Plácido que empezaba á preguntarse si no soñaba. ¿Le sorprende á usted, preguntóle Simoun, ver á un español tan joven y tan maltratado por las enfermedades?

En ese instante se oyó un estampido formidable, como si la boca de un cañón del «Belgrano» o del «San Martín» hubiera entrado en el coche y vomitado un cañonazo: ¡¡¡Booooletooos!!! Cuando el jefe del tren llevó los que Melchor humildemente le entregó, el convoy llegaba a su estación terminal.

¡Señor, que ya se le ve! dijo de allí a un rato el edecán. Cierto, ¡ya se le ve! ¿Y qué hacemos, mi general? añadió el edecán. Mire usted contestó el general, como hombre resuelto, mande usted que le tiren un cañonazo, veremos cómo lo toma. ¿Un cañonazo, mi general? dijo el edecán. Están muy lejos aún. No importa, un cañonazo he dicho repuso el general.

, afirmó Pecado, despidiendo de sus ojos brillo de animación y alegría . Para ir mandando la tropa y arreando palos..., así..., ¡toma! No, no, no se pega. No creas que los generales pegan... Hay carreras preciosas, como Estado Mayor, Ingenieros, Artillería. ¡Artillero, artillero! gritó Pecado, dando golpes en la mesa . Ya me verás, cañonazo va, cañonazo viene... ¡Bum, bum!

Como no vimos la bala, comenzamos á reir satisfechos y hasta orgullosos de que nos avisasen tan ruidosamente. Otro cañonazo, pero esta vez con malicia. Nos pareció que un gran pájaro pasaba silbando sobre la barca, y la antena se vino abajo con el cordaje roto y la vela desgarrada. Nos habían desarbolado, y al caer el aparejo le rompió una pierna á uno de la tripulación.

Mire agregó, allá van las falúas a buscar la oficialidad, y las balleneras para desembarcar la tropa. ¡Bomba! ¡Pas! Ese es el Córdoba que hace salvas. Y, en efecto, una repentina nube blanca envolvió los costados del barco y el eco del cañonazo se dilató retumbando sordamente por los espacios.

Palabra del Dia

rigoleto

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