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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Las espumas, al romperse contra la proa, brillaban como fragmentos de globos eléctricos agonizantes. Cuando la tranquilidad era absoluta y el buque se mantenía inmóvil, con las velas caídas, pasando lentamente las estrellas de un lado á otro de sus mástiles, las delicadas medusas, que la más leve ola puede desgarrar, subían á la superficie, flotando entre dos aguas en torno de la isla de madera.
En lo demás estaban bastante atrasados, sus almacenes enteramente vacíos, las casas, así las principales nombradas colegios como las particulares de los indios, caídas o muy deterioradas; mucha desnudez, ninguna civilidad, en fin, en sus costumbres y preocupaciones convenían con los demás pueblos en los términos que queda dicho.
Vendrían seguramente tiempos distintos, otra manera de ser, otras costumbres; la riqueza se iría de una parte a otra; habría grandes trastornos, caídas y elevaciones repentinas, sorpresas, prodigios y ese movimiento desordenado e irreflexivo de toda sociedad que ha vivido mucho tiempo impaciente de una trasformación.
MILAGROS. Muy bajo, con tirantes sujetos a los hombros por medio de lazos... Pero cuidado: estos lazos no tienen caídas... ¡La camiseta es de una novedad...!, de seda bullonada con cintas estrechitas de terciopelo pasadas entre puntos. Las mangas largas... Son un suplicio estos tapujos... Ay, amiga, su marido de usted parece la Aduana, por lo que persigue los trapos... Escondamos el contrabando.
Hacen pensar en las viudas las palmas caídas. Este o aquel amigo, es verdad, querían saber de vez en cuando qué tal le iba yendo a la pobre señora. ¡Oh! se interesaban mucho por su suerte. Ya ella sabía: en cuanto le ocurriese algo no tenía más que mandar. Para cualquier cosa, para cualquier cosa estaban a su disposición.
Una de esas barcas viejas, caídas en la playa, que vistas de lejos aún conservan el color de sus primeros viajes, pero que sólo piden el olvido para ir envejeciendo y pudriéndose sobre la arena. Y usted que empieza ahora, ¿se presenta pidiendo un puesto en la peligrosa carroña que al volver al oleaje perecería llevándoselo a fondo?... Rafael, amigo mío, no sea usted tonto.
No había entonces baterías de gas y no podía llevarse la luz por delgados tubos, como años adelante se vio allí mismo, a una altura discrecional; las humildes candilejas alumbraban lo poco que podían, desde el tablado, como estrellas... de aceite, caídas.
En semejantes masas, las caídas de piedras son un fenómeno normal, como los aludes y la lluvia, y siempre debe mirarse á la cima por si se prepara el desprendimiento. En una región no muy lejana, llamada el país de las ruinas, hay dos montañas que, según cuentan los habitantes, combatieron en otro tiempo una contra otra.
Un hombre alto y delgado rompía el hielo con el extremo de la lanza, mientras su caballejo bebía, con el cuello estirado y las crines caídas, en forma de barba, sobre la cara. Otros, que habían echado pie a tierra, separaban la nieve y señalaban al bosque, como manifestando que era aquél un buen sitio para establecer el campamento.
El jinete, que D. Salvador sólo distinguía de espaldas, era un hombre sumamente alto y erguido; llevaba un pesado poncho azul oscuro que le cubría todo el cuerpo y que descendía hasta más abajo de las rodillas. La cabeza, además de un sombrero de fieltro y de anchas alas caídas, estaba cubierta por un pañuelo colorado. Unas grandes botas completaban el traje.
Palabra del Dia
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