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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Pero éste, aunque es muy bueno, y fino y cariñoso, y con caídas deliciosas, es ya un señor mayor, y además, con un miedo a los paseos marítimos, que nos hace morir de risa.
Cual dice: "no viniera tanto daño, Si fuera aquesta cosa bien pensada:" Cual dice, que la causa de este engaño Procede de la hambre acobardada: Cual dice, que la suerte de esta vida Está á aquestas caidas sometida. Pues, quien perdiò el amigo y el hermano Levanta hasta el cielo los gemidos, Y dice con dolor!: "¡Pueblo cristiano En manos de los lobos desambridos!
Los dos balcones del despacho daban al jardín y, a través de los listones de las persianas caídas, se veía una pequeña estufa con plantas de flores costosas, destinadas a morir en los búcaros de un gabinete o prendidas en el pecho de una mujer bonita.
Entonces, en cuanto se vio solo, De Pas subió corriendo cuanto podía, tropezando con troncos y zarzas, ramas caídas y ramas pendientes.... Iba ciego; le daba el corazón, que reventaba de celos, de cólera, que iba a sorprender a don Álvaro y a la Regenta en coloquio amoroso cuando menos. «¿Por qué? ¿No era lo probable que estuvieran con ellos Paco, Joaquín, Visita, Obdulia y los demás que habían subido al bosque?». No, no, gritaba el presentimiento.
Esta aureola fascinaba a Rosalía, quien, extremando su respeto a las majestades caídas, aparentaba, tomar en serio aquello de mi administrador, mis casas... Se expresaba Cándida en todas las ocasiones con un desparpajo y una seguridad y un boca abajo todo el mundo que no daban lugar a réplica.
Ella, juvenil y ligera, parecía una flor de oro y nácar dentro de sus vestidos de franela blanca, de corte masculino, con corbata de hombre y un panamá de alas caídas, al que se arrollaba un velo azul.
Ahora, las chicuelas que vendían sin licencia corrían perseguidas hacia la calle de San Fernando, y otra vez el rebaño de la miseria, greñudo, sucio, con las ropas caídas, pasó azorado y veloz con triste chancleteo, arrollándolo todo, mostrando la palidez del hambre a la muchedumbre glotona y feliz. Doña Manuela dio sus órdenes. Podían regresar los dos a casa y volver Nelet con la espuerta vacía.
Mujer la dijo plantado delante de ella, con la carta en una de las manos, caídas al desgaire , va ya picando en historia este delicado particular.
¡Qué frío tan intenso, Dios soberano, en cuanto me vi fuera de casa! ¡Y qué hundírseme los pies en aquel suelo húmedo y esponjoso! ¡Cuántos resbalones y caídas en el pedregal, y cómo me hubiera reído de la triste figura que iba haciendo yo entre aquella gente que andaba sobre el inseguro tapiz con igual firmeza que sobre los estragales de sus casas, si las ideas de que estaba impresionado mi cerebro no hubieran sido tan tristes y funerarias!
9 Además, tuvimos por castigadores a los padres de nuestra carne, y los reverenciábamos: ¿por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? 12 Por lo cual alzad las manos caídas y las rodillas descoyuntadas. 14 Seguid la paz con todos; y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor:
Palabra del Dia
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