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Actualizado: 26 de mayo de 2025


Ejemplos sin número de estas caídas nos ofrecen las poblaciones grandes, más que ninguna esta de Madrid, en que apenas existen hábitos de orden, pero a todos los ejemplos supera el de doña Francisca Juárez, tristísimo juguete del destino.

Llegó al fin la ocasión, y Pepe volvió a trabajar por las mañanas en el hôtel de la Castellana. Era ya cerca del medio día. El balcón del cuarto de los libros estaba abierto, las persianas caídas, y el sol, penetrando por entre sus listones, formaba sobre la fina estera de junquillo un dibujo a rayas blancas y negras.

El lugar en que se sentaron era una pequeña hondonada, atravesada por un arroyuelo que se deslizaba sobre un lecho de hojas de árboles. Las ramas caídas de estos árboles interrumpían de trecho en trecho la corriente del arroyuelo, que formaba pequeños remolinos aquí y allí, mientras en otras partes se deslizaba á manera de un canal sobre un lecho de piedrecitas y arena.

Los picadores, fatigados por la armadura de hierro de sus piernas y las moledoras caídas del caballo, movían el recio castoreño entre sus rodillas; los banderilleros, presos en sus trajes de seda mojados de sudor, sentían hambre después de una tarde de violento ejercicio.

Pasó muy bien una hora sin que sobreviniese ningún incidente, pero de improviso sonó muy cerca un arcabuzazo, y tras éste un grito de dolor, y tras el grito un golpe sordo como el de un cuerpo humano que hubiese caído desplomado desde un caballo á tierra. La litera se detuvo. Sonaron otros dos tiros, y otros dos gritos, y otras dos caídas y algunas voces confusas.

Faltaban aún las flores del piso y todo el primer término, donde Bringas discurrió a última hora poner unas columnas rotas y caídas, así como de templo en ruinas, con lo cual la idea de la desolación era representada del modo más perfecto.

Yo me arrojé a sus pies haciéndole una súplica abyecta, mas sólo delante de , bajo la luz mortecina de un reverbero de gas, la forma escuálida de un perro hambriento hociqueando en el lodo. Nunca he vuelto a encontrar a tal individuo. Y ahora, el mundo me parece un inmenso montón de ruinas donde mi alma solitaria, como un desterrado que vaga por entre columnas caídas, gime continuamente.

Pero también se resolvió en el mejor de los sentidos la crisis alarmante de la marquesa; sólo que, al paso que el restablecimiento de su marido llevaba trazas de ser completo y sin dejar el menor rastro de la enfermedad vencida, el de ella caminaba paso a paso, y mal seguros, con muchos tropezones y algunas caídas.

Una jornada tan breve te llevará de un mundo, donde has sido tan intensamente desgraciado, á otro en que aun pudieras ser feliz. ¿No hay acaso en toda esta selva sin límites un lugar donde tu corazón pueda estar oculto á las miradas de Rogerio Chillingworth? , Ester; pero solo debajo de las hojas caídas replicó el ministro con una triste sonrisa.

Volvía a su conferencia con Balmes cuando.... ¡Jesús nos valga! ¡Ahora , ahora que no cabía duda! Un chillido sobreagudo de terror había subido por el oscuro caracol y entrado por la puerta entornada. ¡Qué chillido! El velón le bailaba en las manos a Julián.... Bajaba, sin embargo, muy aprisa, sin sentir sus propios movimientos, como en las espantosas caídas que damos soñando.

Palabra del Dia

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