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Actualizado: 26 de junio de 2025


Ese palacio restaurado es la lengua provenzal. Mistral es ese hijo del campesino. Las naranjas tiene en París el triste aspecto de frutas caídas, que se toman junto a los árboles. Cuando llegan, en pleno invierno lluvioso y frío, su brillante corteza y su excesivo aroma, en estos países de sabores moderados, les dan un aire extraño, algo bohemio.

-No ha de ser así, señor gobernador -dijo el doctor Recio-, que yo le daré a vuesa merced una bebida contra caídas y molimientos, que luego le vuelva en su prístina entereza y vigor; y, en lo de la comida, yo prometo a vuesa merced de enmendarme, dejándole comer abundantemente de todo aquello que quisiere. ¡Tarde piache! -respondió Sancho-. Así dejaré de irme como volverme turco.

Cuanto á los desmoronamientos de menor importancia, á esas caídas de rocas que, sin transformar aparentemente el aspecto de la comarca, no dejan de destruir los pastos, ni de aplastar á los pueblos con sus habitantes, no necesitan los montañeses que se los describan; desgraciadamente, hartas veces han presenciado tan terribles sucesos. Generalmente lo suelen conocer por anticipado.

Esto hubiera sido monstruoso. Las mujeres son, por lo general, las que descubren o inventan las aventuras, caídas o deslices de sus enemigas; pero doña Luz estaba tan por cima y tan apartada de toda rivalidad y se había ganado de tal suerte el afecto de todos, que nadie le contaba los pasos ni andaba acechando para ver si daba alguno en falso y acusarla de ello después.

El achacaba sus caídas a la falta de vías de comunicación. La última de sus grandes empresas, abortada antes de nacer, le desacreditó más que ninguna otra. En una de sus excursiones por los alrededores de la villa, había visto próximos a una pequeña ría ciertos terrenos incultos que con poco esfuerzo podían reducirse a cultivo. Túvolo en cuenta; levantó el plano.

Bajo sus sombrías bóvedas, en las profundidades del barranco, la temperatura es siempre fresca, hasta en lo más fuerte del verano; las ramas enlazadas impiden á la húmeda atmósfera su salida hacia el espacio y, gracias al acuoso vapor, los helechos, con sus grandes hojas caídas y los hongos, agrupados fraternalmente en pequeñas asambleas, crecen y prosperan en las orillas.

Mas en estos años antecedentes, porque los diamantes no perdiesen su estimacion, se prohibió por el Rey de Portugal sacarlos de Cuyabá. Los lavaderos se hallan en varias partes á las caidas ó vertientes de la gran Cordillera. Trabajan en estos lavaderos los negros esclavos, y cada negro á su amo en cada semana tres pesos de oro en grano, que es la única moneda que allí corre.

Vagaban por las calles devotos incansables que, en memoria de la Pasión del Señor, comenzaban a pasear su religiosidad de taberna en taberna el Miércoles Santo, y no terminaban sus estaciones hasta el sábado, en que los recogían definitivamente, después de haber dado innumerables caídas en todas las callejuelas, que eran para ellos otras tantas calles de Amargura.

Era la otra cascada y a veces chillona. ¡Vaya con la pareja! Riquín y D. José de Relimpio jugaban arrastrándose por el suelo. Caballo y jinete se besaban, locos de regocijo, en la confusión de las caídas leves. Abriose de pronto la puerta de la sala, y entró... nada menos que la Sanguijuelera.

No temas, lector, pues no pienso llevarte a los picos del Mont-Perdu, tan curioso y acaso más accesible que el Mont-Blanc; no te conduciré a Luz ni a Saint-Sauveur, que tienen fisonomía alegre y pintoresca; cruzaremos a escape el Chaos, esa lluvia de enormes rocas caídas del cielo o vomitadas por el infierno; no penetraremos en el recinto del circo de Gavarnie: aturdido ante tanta magnificencia, deslumbrado por tanta maravilla, no querrías salir de él.

Palabra del Dia

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