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9 Además, tuvimos por castigadores a los padres de nuestra carne, y los reverenciábamos: ¿por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? 12 Por lo cual alzad las manos caídas y las rodillas descoyuntadas. 14 Seguid la paz con todos; y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor:

Andaban siempre absortas en la supuesta contemplación, mortecinas y descoloridas, y sentían un ardor terrible que las quemaba, unos saltos y ahíncos en el corazón que las atormentaba, y una rabia y molimiento en todos sus huesos y miembros que las tenía desatinadas y descoyuntadas..... El padre Alvarez les certificaba que aquello era efecto y gracia del Espíritu Santo; y llevando al último extremo la profanación y el sacrilegio, comulgaba diariamente á sus beatas con varias hostias y partículas, diciéndoles que mientras más Formas, más gracia, y que no duraba la gracia en el alma más de cuanto duraban las especies sacramentales

Hacia las cuatro de la tarde no cabía ya la algazara y bulla en las salas; todo el mundo perecía de calor; a las disfrazadas de paisanos las ahogaba su traje de paño, y se apoyaban, descoyuntadas de tanto reír, molidas de tanto bailar, roncas de tanto canticio, en los estantes, abanicándose con la montera. La Comadreja, que ya no sabía cómo procurarse un poco de fresco, tuvo una idea.

Entonces se arrimaban a la pared las sillas de paja y las cuatro butacas descoyuntadas y bisuntas que ordinariamente andaban de acá para allá al capricho de los desocupados; se amontonaban las mesitas y los veladores en el cuarto obscuro ya conocido, y en la leonera y otro cuarto más por el estilo, que había a su lado, o en la cocina, y se convertía la mesa de billar en mesa de ambigú vistosamente adornada, en la cual se destacaban y lucían mucho las pilas de azucarillos y las bebidas refrigerantes en la cristalería de Periquet; se encendían las dos docenas de velas correspondientes a otras tantas palomillas de quita y pon que había a lo largo de las paredes y en cada cara de los dos pies derechos del medio; y con esto y unas colgaduras de tul de tres colores en las puertas, y unas guirnaldas de flores contrahechas, serpeando poste arriba en los dos mencionados, y con quemarse allí unas pastillas del Serrallo, o medio real de alhucema, resultaba el salón muy oriental y hasta espléndido, en opinión de los más descontentadizos y exigentes villavejanos.