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Actualizado: 1 de julio de 2025


Butrón hizo una profunda señal de asentimiento, y la duquesa, ya amansada del todo y queriendo remediar su anterior arranque, dijo vivamente: ¿Pero podías creer otra cosa? Y cogiéndola la muñeca en que traía la pulsera de Isabel II, besóle la mano con gran cariño, diciendo: Si fueras camarera de la Cisterna merecerías que se te volviese un grillete esta pulsera.

Era Butrón, el respetable Butrón, que entraba de puntillas, con el dedo sobre los labios, haciendo gestos de que nadie se molestara, y yendo a sentarse en la silla que, no obstante su susto y su entripado, se apresuró a cederle Villamelón, al lado de Currita.

Y con las dos peludas manos apretaba Robinsón con efusión paternal la mano de Currita. Lo , Butrón, lo , y por eso acudí a usted al punto dijo ella más sosegada . ¡Pero es horrible, horrible!... ¡Figúrese usted que todo lo que decían de mi nombramiento de camarera es cierto!... ¿Cierto? exclamó Butrón como si se le atragantase en el esófago el queso que antes parecía tragarse.

Además, unido firmemente el barco pirata al Galeón por el ancla de éste, pasaron á bordo del normando el señor de Butrón y cincuenta veteranos, en persecución de los fugitivos. Á estribor continuaba encarnizada la lucha. El genovés y sus secuaces se defendían con vigor, retrocediendo paso á paso ante los furiosos ataques del barón de Morel, Roger, Reno y sus arqueros.

Mientras la de Albornoz hablaba, Isabel Mazacán, muy impaciente, cuchicheaba al oído de Butrón, diciéndole: ¡Pero qué grandísima embustera!... ¡Pero qué modo de inventar historias!... ¡Mentira, Butrón, mentira todo!... Si me dijo García Gómez que justamente en el consejillo había dado cuenta el ministro de Ultramar del deseo de ella, y entonces quedó acordado el nombramiento, supuesta la aprobación de la Cisterna... Hoy, hoy por la mañana, es cuando debe de haber ido el presidente del Consejo a notificárselo a Currita.

Eran ya las tres, y a las cuatro debían de llegar Jacobo Sabadell y la Albornoz y hubiera llegado también la Villasis si su providencial constipado no se lo estorbase. El prudente Butrón habíalos citado con una hora de intervalo, para poder preparar en aquella antejunta de íntimos lo que en presencia de los otros había de tratarse más tarde.

La marquesa de Villasis tardaba; eran ya las tres y media y el respetable Butrón sentía angustias de muerte, temiendo verse por segunda vez chasqueado por la dama.

¡Por lo pronto, contestó el barón de Morel arrancándose el parche que por tanto tiempo cubriera su ojo izquierdo, creo haber cumplido mi voto dando muerte en leal combate á uno de los más pujantes y famosos caballeros enemigos! Y ahora ¡á morir matando! Lo mismo digo, asintió tranquilamente Oliver de Butrón, enarbolando pesada maza.

La asociación de señoras hizo fiasco y sólo dos meses más tarde pudo Butrón, a costa de trabajo, organizar otra nueva, en forma muy distinta, que no dejó de hacer, sobre todo en provincias, un agosto abundantísimo.

Si no hubieras venido, hubiéramos ido todos a tu casa exclamó Butrón con gran vehemencia Como que sin ti no puede hacerse nada y en tus manos está, en rigor de verdad, la suerte del partido. La vanidad hizo en el rostro de la Albornoz lo que jamás había conseguido la vergüenza: sonrojarlo.

Palabra del Dia

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