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Actualizado: 15 de octubre de 2025
El viejo le dijo que así sería. Carga tu burro con todo el oro que quieras dijo el negro y compra todo lo que creas necesario para las bodas. Me casaré con tu hija en ocho días desde hoy. 45 El viejo cargó su burro de oro otra vez y volvió a casa. La hija salió a encontrarle.
Bien, bien, ¿qué quieres decir con eso? Arrea un poco. ¡Ten paciencia, hombre, ten paciencia! Verás qué pronto todo lo que tú has dicho se lo lleva el viento. ¡Martinán, eres un burro! volvió á gritar el borracho recalcitrante desde su rincón. Martinán se volvió tranquilamente hacia él y le dijo: Si soy un burro, mándame mañana una fanega de cebada y te daré las gracias.
En esto salió Tirso de su cuarto y, como quien está enterado de lo que oye tratar, me dijo: «¿A qué insistir? ¿No ve Vd. que no quiere leer indecencias?» ¿Y qué le contestaste? ¡A tu hermano y en tu casa! Callar y marcharme; pero, lo confieso, me dieron ganas de meterle un tomo por los hocicos. ¡Lo menos se ha figurado el hombre que llevo a la chica libros de mal género! ¡Qué burro!
Era un mundo de caricaturas de la lujuria, de gestos simiescos y estremecimientos satiríacos, en el que asomaba la pasión carnal con la mueca de la animalidad más grotesca. Mire usted, tío. Como gracioso, éste es el más notable. Y el Tato enseñaba a Gabriel la figurilla rechoncha de un fraile predicando con enormes orejas de burro.
Como la palabra obedecía mal a su pensamiento, huía los diálogos largos y las conversaciones en corro, limitándose a hacer signos de afirmación o negación con la cabeza, y cuando más, a decir frases concisas, que tomaban en sus labios tono de sentencias pretenciosas. Muchos le consideraban como hombre formal, pero de cortos alcances, y algunos le trataban de burro serio.
Me inclino a creer que el nombre de burro dado a la unidad de medida de la leña, respondía al principio a la cantidad de la misma que uno de esos simpáticos animales podía cargar. En cuanto a hoy, no hay burro que pudiera moverse bajo uno de sus homónimos.
Vamos, no dirá ella que no la obedezco; sus deseos son órdenes. Me ha dicho: 'Amigo mío, vete', y me voy. ¿Me querrá cuando me vaya? ¿Pensará en mí...? Bien podría ser... ¡Si se convenciera de que el amor que tiene a su marido es como echar rosas a un burro para que se las coma, si se convenciera de esto...! Pero vaya usted a esperar que se convenza. No puede ser.
La cola se pinta aparte, en un pedazo de papel o de tela, y luego se recorta, para que parezca una cola de verdad. Y ahí está el juego, en poner la cola al burro donde debe estar. Lo que no es tan fácil como parece; porque al que juega le vendan los ojos, y le dan tres vueltas antes de dejarlo andar. Y él anda, anda; y la gente sujeta la risa.
Goro quería llevarla al juzgado y que pagase el daño, pero yo conseguí calmarlo y que la perdonase porque me daba lástima... Pues en vez de agradecerlo la picarona el otro día en la fuente me tiró unas indirectas tan picantes... ¡Qué indirectas, hija mía!... Que si yo era una holgazana, una comedora, que hacía trabajar á mi marido como á un burro, que echaba sobre ti el peso de la casa... que os mataba de hambre mientras yo me comía á solas magras de jamón y torta... ¡No sé cómo me contuve y no la arranqué los pocos pelos que tiene en el moño!
El burro es la unidad de medida y consiste en una columna de astillas, a la altura de un hombre, que contiene, poco más o menos, setenta trozos de madera de 0.75 centímetros de largo. Me llamó la atención que cada burro costase un peso fuerte, pero me expliqué ese precio exorbitante donde la leña no vale nada, por la escasez de brazos.
Palabra del Dia
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