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Actualizado: 15 de noviembre de 2025


Bartolo es un infeliz, incapaz de hacer daño á nadie. ¡Bartolo es un burro! profirió el mozo volviendo á encresparse. Y más cobarde que una liebre. Entre todos los mozos de Entralgo no hay ningún zampatortas más que él. Por eso es el único que chilla. Siempre relatando hazañas y en cuanto tocan á repartir leña ya se está escondiendo... ¿Cómo escondiendo? exclamó Martinán. Estás equivocado, Firmo.

Era casi un hombre, y en todas las clases ocupaba el último lugar. Era el burro perpetuo, burla y mofa de los demás chicos.

Ahora hay en los Estados Unidos un juego muy curioso, que llaman el juego del burro. En verano, cuando se oyen muchas carcajadas en una casa, es que están jugando al burro. No lo juegan los niños sólo, sino las personas mayores. Y es lo más fácil de hacer. En una hoja de papel grande o en un pedazo de tela blanca se pinta un burro, como del tamaño de un perro.

El capitán Llovet, como decían en la playa, era un gitano de mar, y trataba su barco como a un burro de feria, haciéndole sufrir transformaciones maravillosas.

¿No sabes, burro, que mi madre acaba de pegarme en ella? exclamó cada vez más fosco su primo. Quino no pudo menos de rendirse á la evidencia. Mas he aquí que al odioso Regalado se le ocurre efectuar una nueva investigación en el rostro del héroe. Como resultado de ella manifiesta con sonrisa diabólica.

Tartarín tomó un burro por un león; yo tomé un león por un burro.

Fueron de la expedición los hijos, yernos, hijas, nueras y nietos de D. Acisclo, el cura, el médico, doña Luz, doña Manolita y Pepe Güeto, y otras varias personas. Los que no cupieron en los vehículos de ruedas, fueron a caballo o en burro. El P. Enrique llegó bien y fue recibido con vivas por aquella turba, en el andén de la estación. En el lugar fue un triunfo su entrada.

No morirá usted de cornada de burro, pero puede morir de topetada de negro. Esté sobre aviso. Pedro Lobo quedó bramando de coraje. Hallaba ridículo que le amenazasen con la carnerada, y más ridículo aún que él la temiese. Pedro Lobo, no obstante, la temía, aunque trataba de disipar el temor y de ocultarle a su propia conciencia.

Poenco gritó dando manotadas sobre la mesa trae manzanilla. ¿Hay algo de pescado para hacer sed?... Querido Gabriel, hombre benévolo y caritativo, pongo en tu conocimiento que ahora al pasar por la calle del Burro me dieron ganas de entrar en casa de Pepe Caifás, y allí perdí los cuatro duros que me diste esta tarde. ¿Llevarías tu longanimidad hasta el extremo de darme otros cuatro?

Su tía acudió corriendo y al enterarse, en vez de verter lágrimas, comenzó á increpar á su marido: ¿Lo ves, burro, lo ves? ¿Ves lo que te está pasando por esa afición al palique, por no hacer caso de ?... ¡Si hubieras ido á ordeñar las vacas no te hubiera pasado nada!

Palabra del Dia

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